Señor Director:

Comento la terrible experiencia de haber sido agredida en la comuna de Vitacura, el sábado recién pasado. Es lamentable el aumento de la delincuencia y la agresión a las mujeres por odiosidad a su condición social.

En los hechos. El sábado fui a tres cuadras de mi casa, a una bomba de bencina a comprar algunas cosas. Desde que llegué en mi auto me encontré con cuatro jóvenes que comenzaron a gritarme: “cuica”, “peloláis”, “qué te has creído de salir en cuarentena”, y varios tipos de garabatos que no repetiré.

Saliendo de la tienda me redujeron con un tackle en una de mis piernas y me caí, golpeando la cabeza en el suelo. De inmediato comenzaron, de manera cobarde y actuando sobre seguro, por encontrarme sola y en el suelo, a darme golpes en las piernas. Todos participaban de la agresión vergonzosa en contra de una mujer indefensa.

En estado de shock traté de defenderme. Pensé que querían mi auto o mi cartera, pero no era así. Solo me pateaban y me gritaban “cuica”, “peloláis”, etcétera.

En pocos minutos, la gente de la tienda y de seguridad de Vitacura llegaron a socorrerme, pero no quise ir a la clínica y hacer una denuncia porque sabemos que en el sistema judicial imperante quedan libres y con la indicación de no acercarse a la víctima, a pesar de la agresión sufrida. Los delincuentes lo saben muy bien, aunque sean detenidos por Carabineros.

Ahora no es miedo lo que me invade, no soy cobarde, pero sí repudio toda violencia contra la mujer. Y más aún, repudio la impunidad de la cual gozan los delincuentes, aunque se les denuncie. El sistema judicial garantista no protege los derechos de la víctima, pero sí los de los delincuentes. Insólito.

Carolina Andrea Mellafe González