Señor Director:

Circula profusamente por las redes sociales un artículo al que se le atribuye mi autoría. El texto comienza así: “Cuando los historiadores del futuro analicen lo ocurrido en Chile…”. En mi profesión, el plagio y la apropiación del trabajo de otros es la falta más grave que alguien puede cometer. Por ello debo aclarar en forma pública que el autor de ese trabajo no soy yo, sino que el abogado y analista político Axel Kaiser. Las felicitaciones (o desacuerdos) por lo que dice el escrito deben dirigirse a él y no a mí.

Coincido con Kaiser en que los historiadores analizarán este período con particular interés. Lo describirán como años de anarquía, como una época en la que la falta de liderazgo político, el populismo, los oportunismos generalizados, la incapacidad por negociar, la codicia y las ambiciones desmedidas cercenaron el futuro de Chile. Esta época será conocida como la del “punto de inflexión anárquico”, el momento en que murió la posibilidad de dejar atrás la pobreza y la nostalgia. Se hablará de la miopía de las élites y de su desconexión con la realidad; se dirá que periodistas inescrupulosos se aprovecharon del dolor ajeno, instigando la violencia y las funas. El período entre 2019 y 2024 —y digo 2024 porque nada indica que esta pesadilla vaya a terminar pronto—, se conocerá como el momento en el que Chile comenzó a volver a sus orígenes, a la posición relativa en la que siempre estuvo en el concierto latinoamericano: entre Ecuador y Costa Rica.

Los historiadores también se preguntarán “quién se farreó” a este país que en algún momento prometió tanto. Sospecho que la respuesta de los expertos será simple: los responsables de esta tragedia son, en partes iguales, los plutócratas y los populistas, tanto de izquierda como de derecha.

Sebastián Edwards