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Cartas
Martes 27 de abril de 2021
Pena y dolor
Señor Director:
Aquel que vive en las alturas nos regaló un pequeño territorio. Cubrió con un manto protector la intimidad de este espacio para que subsistiera entre las amenazantes galaxias. Su tamaño era mínimo, pero el ropaje que ahora lo protegía era poderoso y todo se movía con dignidad en este pequeño mundo que nos fue regalado.
El agua y el aire circulaban con fluidez, abrazando todo lo que podemos imaginar, los árboles y sus hojas, las flores, las piedras moldeadas por el viento, aquellos peces de color deslizándose en los ríos, las aves vestidas de plumas y variedad de animales, algunos inmensos como las ballenas, otros minúsculos como las hormigas.
En la parte más bella de este territorio, el cual pasó a llamarse planeta Tierra, colocó unos seres que pasaron a llamarse mujer y hombre, con la intención de que se amaran y que de esa unión surgieran otros similares a ellos. Estos nuevos habitantes fueron bautizados con el nombre de la raza humana.
La intención del señor de las alturas era que estos pobladores gozaran del color que tiene cada cosa, que las tocaran con sus dedos y sus manos, de modo que por el tacto y la mirada de sus ojos se sumergieran y gozaran de todo lo bello que existía. A este nuevo esplendor de luz y delicado calor se le llamó naturaleza.
Pero esta raza humana a través del transcurso de los años no fue cuidando, sino destruyendo este maravillo regalo.
Ensució el aire y las aguas y por ambiciones desmesuradas contaminó esta herencia y fue arruinando lo bello que existía, por una codicia sin límites, y ahora, aquel manto protector que nos defendía de otros mundos, comenzó a deteriorarse, se quebró la armonía de las cosas, se comenzaron a matar los unos a los otros por el poder y el egoísmo y aquella manta nuestra bienhechora comenzó a podrirse, a llenarse de agujeros por donde comenzaron a entrar enfermedades nuevas, pestes, guerras entre hermanos, cosas malas que no sabemos de dónde vienen, que no sabemos cómo manejarlas y que tampoco sabemos cuándo se van a ir o cuándo pudieran volver.
Qué gran pena y qué gran dolor, antes en el comienzo, todo era tan hermoso.
Mario Toral
Pintor