Señor Director:

¿Qué pasaría si, en lugar de poner a un militar como objeto de mofa televisiva, un canal pusiera a un periodista? ¿Se le ocurriría hacer eso a un jefe de prensa, o le preocuparía en primer lugar no incomodar al gremio?

Hay una zona gris en el debate sobre la libertad de expresión, y se refiere a la percepción de algunos periodistas de que ellos ocupan una posición de privilegio frente al resto. Tienden a verse a sí mismos como propietarios o concesionarios de tal libertad. Si son criticados, reclaman de inmediato con la argucia de que la libertad de expresión está en peligro. No conocen la autocrítica.

La libertad de expresión es una conquista democrática que debemos defender cotidianamente. Allí se juega el libre escrutinio, la capacidad de criticar y pedir cuentas al poder, denunciar los actos antisociales que se quiere ocultar, y también, la posibilidad de alentar los valores que pueden ayudar a mejorar la sociedad. No todo da lo mismo.

Esa libertad tan esencial no solo está en riesgo cuando se busca anularla mediante la censura, sino también cuando algunos, en actitud de libertarios, abusan de su posición en los medios, motivados por la posibilidad de capitalizar comercialmente un escándalo por aquí y una bajeza por allá. El negocio televisivo se disfraza lo mejor que puede.

Todas las libertades tienen orillas, y de ello depende que convivamos civilizadamente. Si alguien cree que por trabajar en un canal de TV, una radio o un diario, tiene patente de corso para denigrar, en los hechos está traicionando su oficio. Es el caso de quienes creen que es “progresista” alentar sospechas permanentes contra los militares, sin medir las consecuencias. Las FF.AA., como todas las instituciones, deben responder por lo que hacen, pero otra cosa es estimular la odiosidad en su contra.

No podemos olvidar el papel que jugó el periodismo canalla en la crisis que desembocó en el golpe de 1973. A izquierda y a derecha, hubo periódicos que ayudaron a la siembra de odios que terminaron en terribles tempestades. Algo deberíamos haber aprendido.

Sergio Muñoz Riveros