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Cartas
Miércoles 14 de abril de 2021
Las uñas propias y las uñas del Estado
Señor Director:
He quedado muy sorprendido por la carta de Julio Dittborn el domingo recién pasado en su diario, fundamentalmente por el último párrafo: “Sueño con un país en que nos rasquemos más con las uñas propias y menos con las del Estado”. Quizá no debería sorprenderme, sino más bien quedar estupefacto, como diría don Andrés Bello.
Esa fascinación por el individualismo es poco cristiana, pensando en alguien como él que profesa esa creencia. Esto denota, a mi juicio, una ceguera brutal en relación con la enorme desigualdad de oportunidades y realidades existentes hoy en Chile, ya que el punto de partida en la vida no es igual para todos e invariablemente la llegada será distinta en la mayoría de los casos.
Le recomiendo el libro “Que gane el más mejor”, de Eduardo Engel y Patricio Navia, publicado el año 2006. Los autores proponen más y no menos competencia, pero en una cancha que dé iguales oportunidades a todos. El Estado debe cumplir a cabalidad su rol de igualar las oportunidades.
Hay una frase atribuida a Confucio que me resulta muy pertinente en este caso. “Donde hay buena educación no hay distinción de clases”. Tampoco veo en su carta ni siquiera un atisbo de solidaridad, o de propuesta para el emparejamiento de la cancha, salvo que encuentre que está bien como está.
Julio Dittborn debería entender que tenemos que empezar a actuar movidos por el convencimiento de que el bienestar propio depende en parte del de los demás.
Finalmente, le diría que aunque nos rasquemos más con las propias uñas, no debemos olvidar que algunos tienen garras (ambición desmedida), lo que desnivela aún más la cancha.
Pablo Dittborn