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Editorial
Miércoles 31 de marzo de 2021
La política y el dilema del prisionero
El lamentable audio del timonel DC sugiere una concepción de la política limitada a un nocivo juego de suma cero.
El “dilema del prisionero”, conocido experimento de teoría de juegos, está diseñado para que los participantes obtengan el mejor resultado si colaboran. Sin embargo, tienden a no hacerlo: creen que si cooperan, la otra parte se aprovechará para perjudicarlos, y por eso prefieren adelantarse y ser ellos quienes perjudiquen al contrario. Como resultado, ambas partes terminan siendo las perjudicadas. En política suele darse un fenómeno similar, con la agravante de que muchas veces esa falta de colaboración tiene consecuencias directas sobre el bienestar de un país, al dificultar la búsqueda de acuerdos, retrasando los avances institucionales, económicos y sanitarios que forjan el progreso colectivo.
Frente a la pandemia, a pesar de que se han observado episodios de colaboración entre gobierno y oposición —la postergación del plebiscito fue uno de ellos y el resultado fue un evento ejemplar que concitó alta participación ciudadana—, también ha habido otros que ilustran hasta qué medida ciertos actores aparecen atrapados en el referido dilema. Un caso elocuente ha sido conocido por la opinión pública a raíz de la filtración de un audio del presidente de la DC, Fuad Chahin, dirigido al grupo de WhatsApp del comité ejecutivo de la campaña presidencial de Ximena Rincón. En este, el dirigente se refiere a las consultas que entonces —sábado pasado— se encontraba realizando el Ejecutivo antes de anunciar la reforma para posponer las elecciones. Ante ello, su planteamiento es explícito: “Hay que salir a golpear con todo al Gobierno”, que está “saboteando el proceso constituyente”, porque “hizo que llegara el peak de la segunda ola justo” para ese momento. Agrega, además, que todo esto “da para una acusación constitucional”. Aunque Chahin ha atribuido el crudo lenguaje al contexto privado en que se produjo su intervención, el fondo de sus dichos resulta inequívoco, en cuanto a buscar, en un escenario de crisis sanitaria, una ganancia coyuntural haciendo pagar al Gobierno el costo de postergar las elecciones.
Tales actitudes, propias de un juego de suma cero, en que la ganancia de uno se basa en el perjuicio del otro, no son ajenas al quehacer político. De hecho, en una de sus facetas, este supone ámbitos de competencia —por ejemplo, el electoral— en que efectivamente el triunfo de un sector puede pasar por la derrota del otro. Sin embargo, aun asumiendo aquello, es responsabilidad de los distintos actores reconocer la existencia de intereses superiores cuando estos demandan una cooperación leal. Los intentos por imponer abusivamente posiciones o, al revés, el bloqueo cerrado de la oposición a un gobierno, terminan perjudicando al país en su conjunto. Al contrario, reconocer que hay áreas en que es posible la colaboración y el acuerdo, junto con contribuir al progreso, prestigia a la política, le da un sentido colectivo a su actuar, y tanto gobierno como oposición se ven favorecidos.
La pandemia y sus estragos constituyen una circunstancia que evidentemente amerita la colaboración, donde las autoridades han debido tomar decisiones enfrentadas a una experiencia inédita e incierta. En el caso específico de estas elecciones, el Gobierno procuró generar las condiciones para su buen desarrollo, incluso impulsando una reforma para permitir su realización en dos días. Sin embargo, el cambio en las circunstancias y el agravamiento de la situación sanitaria, imponen —a juicio de los principales especialistas— su postergación, a fin de evitar un colapso del sistema de salud.
Es por lo mismo que resulta tan reprochable la actitud del presidente de la DC. Como él mismo afirmó en sus declaraciones, se trata de las elecciones más importantes que el país habrá tenido en 30 años. Pretender instalar la idea de que el Gobierno busca sabotear esas elecciones y así cubrir con un manto de dudas sus eventuales resultados, va mucho más allá de dañar a las autoridades: afecta al país como un todo, minando la bien ganada confianza ciudadana en sus instituciones electorales, en un momento en que resulta crucial preservarla.
Para que Chile deje atrás la pandemia, reconstruya su economía y renueve su institucionalidad, será necesaria la colaboración política. Actitudes como la del exdiputado Chahin van en la dirección contraria.