Señor Director:
El Centro UC de Encuestas y Estudios Longitudinales y el Centro de Justicia Educacional acaban de presentar los resultados de una medición del impacto que tuvo el cierre de jardines infantiles en el aprendizaje de niños y niñas preescolares, provenientes de sectores vulnerables de la Región Metropolitana.
Los resultados son, por supuesto, significativamente más bajos en desarrollo cognitivo, socioemocional y lenguaje, comparados con los resultados de niños de la misma edad y condiciones en los años 2012 y 2017.
La neurociencia y la educación son categóricos en señalar que lo que vive o no un niño o niña desde la gestación impactará profundamente en la configuración de un cerebro sano y robusto, el que influirá, a su vez, decisivamente en la salud, la capacidad de aprendizaje, la conducta y la afectividad de la persona a lo largo de la vida.
Es por ello que preocupa enormemente lo que pueda estar sucediendo con nuestros niños y niñas en los tiempos de pandemia.
Como Instituto de Neuroprotección Infantil (INPI) diseñamos intervenciones a embarazadas y madres durante los mil primeros días de vida de sus bebés, además de cursos y talleres para los adultos formadores de niños(as) en esta etapa, de modo de poder entregarles conocimientos y estrategias que les permitan desarrollar un cerebro sano en los niños y niñas. Sin embargo, en el contexto de hoy, esta labor no es suficiente si no hay una visión y un trabajo en conjunto y coordinado de las distintas agencias involucradas para hacerse cargo de la infancia.
En tiempos de pandemia, la actividad educativa de jardines y salas cuna debe seguir, aunque sea en forma remota. Su labor debería incorporar la formación a las familias, para que conozcan las necesidades e implicancias del desarrollo de sus hijos e hijas a esta temprana edad y las estrategias para lograr ese desarrollo.
Mañana será tarde.
Juan Andrés Camus
Rosita Puga
Pablo Rosenblatt
Ricardo Sateler
María Paz Guzmán
Soledad Matus
Directorio INPI
Alejandra Mujica
Directora Ejecutiva