Señor Director:

La Plaza Italia/Baquedano/Dignidad o como se llame en el futuro es sin duda el sitio que representa —conflictivamente, hay que decirlo— de mejor manera las memorias de los chilenos. La vandalización de que ha sido objeto y que se agrava y repite regularmente cada viernes por la tarde ha afectado no solo a vecinos, trabajadores y pequeños empresarios del sector que han visto destruidas sus fuentes laborales, sino también a la cultura y al patrimonio de la ciudad que se refleja no solo en la suerte de la estatua ecuestre de Baquedano, sino en la destrucción de inmuebles históricos, museos, bibliotecas, salas de cine e iglesias.

Esta cruda realidad obliga a elevar la mirada y plantearnos una reflexión que vaya más allá de entender el problema como un conflicto en que debe haber vencedores y vencidos. Tan triste como el espectáculo de los vándalos cada viernes en las tardes es el muro que rodea el plinto vacío del general Baquedano.

Lo que habría que hacer allí es resignificar el espacio buscando, con la activa participación de los ciudadanos de las comunas que se encuentran en esa encrucijada, que su nuevo diseño represente una oportunidad de unidad para los santiaguinos y de recuperación de la vibrante vida urbana que caracterizaba el lugar.

Al respecto, no estaría mal recurrir a Gabriela Mistral, quien recomendaba a los chilenos ser “menos Cóndor y más Huemul”. El voraz y agresivo Cóndor ha estado y seguirá estando allí con la escultura de Manuel Rodríguez, el fálico obelisco de Balmaceda y las constantes —y muchas veces violentas— celebraciones deportivas y manifestaciones políticas. La salida del general Baquedano da una oportunidad para incluir al pacífico huemul en tan emblemático lugar a través de una obra más femenina, más fecunda, capaz de contener esas memorias en disputa y pacificar los espíritus de los chilenos y chilenas.

Ricardo Brodsky