El Mercurio.com - Blogs : Lenguaje inclusivo I
Cartas
Miércoles 10 de marzo de 2021
Lenguaje inclusivo I
Señor Director:
En su carta del día de ayer, el señor Jorge Ríos se pregunta si estamos ayudando realmente a las mujeres con el uso del “lenguaje progresista”, o lenguaje inclusivo, como se llama de forma más consensuada. Quiero ensayar una respuesta a su pregunta, asumiendo que no es una mera pregunta retórica.
Partamos reconociendo que históricamente el genérico gramatical en español ha sido el masculino. Estamos acostumbrados a ello, y en muchos casos seguirá siendo sensible —yo misma lo acabo de usar—. Sin embargo, es también arbitrario. Cuando nos dirigimos a varias personas, es legítimo que algunas se sientan excluidas por el genérico masculino, pues inconscientemente es fácil asociar el masculino a los hombres, aunque en teoría sea genérico. No entender esto es, de cierta forma, una falta de empatía hacia géneros históricamente menos reconocidos, tanto mujeres como identidades no-binarias.
La sociedad evoluciona, y con ella el lenguaje. No existe un español “esencial” que haya que conservar intacto a toda costa, como cualquiera que haya leído literatura del Siglo de Oro español podrá atestiguar. De hecho, nuestra lengua fue considerada durante mucho tiempo una versión decadente del latín, el idioma de los verdaderamente letrados.
Además, no entiendo por qué el señor Ríos implícitamente contrapone el lenguaje inclusivo a otras medidas que avancen en la igualdad de género. Se puede usar lenguaje inclusivo y a la vez mejorar en temas sustantivos de derechos y oportunidades económicas. Por el contrario, yo afirmaría que, ya que en otras áreas es difícil realizar cambios, avancemos por mientras aquí donde la inversión requerida es baja.
Finalmente, la pregunta que yo quiero plantear es sobre el posible daño de movernos hacia un lenguaje más inclusivo de géneros distintos al masculino. Es cierto que a veces puede sonar redundante o cacofónico, pero es al menos en parte por la falta de costumbre. Por otro lado, confiemos en que los usuarios del lenguaje irán desarrollando resguardos para evitar usos que parezcan exagerados. ¿Qué se pierde, realmente, más allá de unos milisegundos o una costumbre antigua, si cambiamos “muchachos” por “muchachos y muchachas” o inclusive “muchaches”?
Valentina Salvatierra
Socióloga
Investigadora Asistente CEP