Señor Director:

En Chile, al igual que en el extranjero, se está desarrollando un debate respecto de las ventajas de tener un pasaporte sanitario, para aquellos vacunados con algunas de las vacunas disponibles para covid-19, como una forma de lograr una apertura segura de las fronteras, de las fuentes de trabajo y también de ocio.

Si bien parece razonable que cada persona vacunada tenga un carné que lo certifique, es más discutible que se pueda usar para otros fines. En primer lugar, de acuerdo con el actual conocimiento, no se sabe si las personas vacunadas pueden igual transmitir la infección; hasta que no se aclare esto, podría dar una falsa sensación de seguridad con nefastos efectos en la población no vacunada, que muchas veces corresponde a aquella de países más pobres, pero con interés turístico para poblaciones más aventajadas. En segundo lugar, la eficacia y seguridad de las actuales vacunas no han sido testeadas para las nuevas variantes, por lo que se desconoce si siguen siendo adecuadas para controlar el virus mutado. En tercer lugar, tampoco se conoce la duración de la inmunidad adquirida mediante vacunas, por lo que no se puede estimar la vigencia de estos pasaportes. En cuarto lugar, su uso podría aumentar la inequidad existente en la sociedad si es exigido para encontrar trabajo o para obtener cualquier otro privilegio (Salas SP, 2020). En quinto lugar, estos pasaportes podrían aumentar las inequidades y desventajas ya existentes en la distribución de vacunas a nivel global. Finalmente, el estar vacunados para adquirir ciertos beneficios, de facto hace que las vacunas sean obligatorias, lo que es complejo, especialmente si se considera que algunas poblaciones no pueden vacunarse, ya sea porque no tienen acceso a vacunas o porque tienen contraindicaciones para estas.

Debemos vacunarnos no para lograr ciertos privilegios, sino porque contribuye al bien común de la humanidad.

Sofía Salas Ibarra
Centro de Bioética, Facultad de Medicina
Clínica Alemana Universidad del Desarrollo