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Editorial
Jueves 04 de marzo de 2021
Preocupante tendencia
Inquieta particularmente el menor interés por las pedagogías.
Si bien el proceso de admisión universitaria de este año fue excepcional —no solo por la aplicación de la Prueba de Transición, que reemplazó a la PSU, sino también por el impacto de la pandemia sobre la educación, que obligó a optar por las clases a distancia—, es posible observar, según datos preliminares, algunas tendencias en las postulaciones, lo que determinará de manera significativa la disponibilidad de profesionales en las diferentes disciplinas.
En efecto, del análisis de las 20 carreras más demandadas se constata el alto interés por las ciencias de la salud y las ingenierías. De las humanidades y ciencias sociales, solo Derecho y Psicología figuran en el listado. Un dato ilustrativo es que alrededor de 60 mil estudiantes, de un total de más de 140 mil, postularon a Medicina elevando los puntajes de corte, el que, en el caso de la Universidad Católica, subió a cerca de los 800 puntos. La alta figuración pública y la valoración social que la profesión tiene, incrementadas en un período de crisis sanitaria, pueden explicar en parte su alta demanda, pero también una oferta laboral atractiva y bien remunerada.
Diversa es la situación que enfrentan las humanidades y algunas áreas de las ciencias sociales. Si bien la baja en los puntajes se puede adjudicar al notorio impacto que tuvo el año pasado la suspensión de la prueba de Historia y su reemplazo por el mejor puntaje que el postulante tenía en los test, se observa una merma en la apreciación de estas áreas. Particularmente preocupante es el menor interés por las pedagogías.
Múltiples iniciativas públicas y privadas han impulsado, desde hace algunos años, acciones encaminadas a valorizar la carrera docente. La ley que dio origen al Sistema de Desarrollo Profesional Docente incorporó requisitos de ingreso, como la exigencia de un mínimo de 500 puntos en la prueba de admisión universitaria, pertenecer al 30 por ciento superior según el ranking de notas, entre otros requerimientos, así como la acreditación de los programas. Todo ello ha sido parte de una política pública destinada a elevar la calidad de la formación docente, intentando atraer a buenos alumnos y asegurando la calidad de los planes educativos ofrecidos. Adicionalmente, la Beca Vocación de Profesor se convirtió en un instrumento atractivo para los postulantes a pedagogía. Sin embargo, la gratuidad le ha restado impacto y hoy pareciera que los esfuerzos desplegados están consiguiendo pocos resultados.
La caída en el interés por las pedagogías puede implicar a corto plazo, según algunas proyecciones, un déficit perjudicial para un sistema educativo tensionado por sucesivos cambios estructurales y permanentes demandas gremiales. La efervescencia que han vivido los establecimientos educacionales en los últimos años, con escenarios de tomas, paros prolongados y continuas interrupciones de los procesos educativos, ha afectado la valoración de la carrera docente. Relevar el valor del trabajo en el aula y la misión formativa del profesor puede contribuir a revertir la actual tendencia.
Las recientes postulaciones evidencian que las preferencias del estudiantado se inclinan por la calidad académica y la estabilidad de los procesos educativos, evitando espacios donde la confrontación impide el desarrollo académico, en búsqueda de un futuro laboral gratificante.