Ante las reacciones provocadas por nuestro artículo de opinión “Narcotráfico en Chile y su solución”, publicado el pasado sábado 20, deseamos puntualizar lo siguiente:
La marihuana y otras drogas hoy ilícitas son nocivas para la salud humana, pero su nocividad no es eliminada y ni siquiera atenuada por el hecho de que estén prohibidas. Por el contrario, la adulteración de estas, cuestión inherente al mercado ilegal, puede hacerlas aún más peligrosas para la salud del consumidor.
La prohibición de producir, comercializar y consumir estas drogas no ha reducido su consumo a nivel mundial. No por cierto en Chile, en donde de acuerdo con los estudios de Conace y Senda (1994 y 2018, respectivamente), el consumo en el último mes de marihuana se incrementó en 4,5 veces entre esos dos extremos.
La única forma eficaz de reducir el consumo de drogas nocivas para la salud, sean estas lícitas o ilícitas, es la prevención, que debe comenzar en el hogar, continuar en la escuela y mantenerse constante en nuestra sociedad.
El único efecto evidente de la prohibición legal de ciertas drogas, en Chile y el mundo, ha sido la generación de una industria del crimen que, si no es controlada a tiempo, se desarrolla y diversifica hasta hacer prácticamente imposible ese control. La ya clásica experiencia de la prohibición de la manufactura, venta y transporte de alcohol en los Estados Unidos entre 1920 y 1933, que generó una organización criminal que perdura hasta hoy, está siendo repetida en ese país y en el resto del mundo con relación a otras drogas y con los mismos efectos. La capacidad de control social del crimen organizado puede llegar a alcanzar dimensiones gigantescas, como ocurre hoy en México.
Un mercado lícito y regulado de las drogas hoy ilícitas no reducirá ni incrementará necesariamente su consumo. En cambio, arrebatará de las manos del crimen organizado su negocio más rentable. Ello reducirá su presencia e importancia en el país, el control que ya tiene de ciertos territorios y los niveles de violencia criminal crecientes que nos afectan.
J. Francisco Cumsille
Álvaro Briones