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Editorial
Martes 26 de enero de 2021
Protestas en Brasil
Junto con el fin de las ayudas, la popularidad de Bolsonaro empieza a caer.
Jair Bolsonaro enfrenta una delicada situación política, que se expresó el fin de semana con miles de manifestantes en las calles protestando por el mal manejo de la crisis sanitaria y la falta de vacunas, en medio de difíciles condiciones económicas. Manifestantes de izquierda, el sábado, y de centroderecha, el domingo, reclamaron un juicio político contra el Presidente brasileño, el que, sin embargo, parece improbable: los aliados de Bolsonaro en el Congreso son mayoría y no estarían dispuestos a agravar la situación de gobernabilidad en medio de la pandemia. La opinión pública, en un 53 por ciento, no está de acuerdo con un impeachment. Hace unos meses, la mitad de los brasileños favorecía esa opción.
Las encuestas, no obstante, han mostrado una caída en la popularidad del Presidente, que coincide con el fin de las ayudas económicas entregadas entre abril y diciembre, a unos 66 millones de personas. Según un sondeo reciente, la aprobación de Bolsonaro cayó al 31 por ciento, la más baja desde junio, mientras el 40 por ciento considera que ha hecho una mala gestión. El riesgo para el gobernante es que, de seguir perdiendo popularidad, los legisladores cambien de opinión. Por ahora, mantiene la lealtad de los diputados y senadores, la cual se medirá los primeros días de febrero, cuando deban elegirse los presidentes de ambas cámaras.
A pesar de las debilitadas finanzas de Brasil, Bolsonaro está siendo presionado para volver a entregar asistencia a los afectados por la pandemia. “Brasil está quebrado y yo no puedo hacer nada”, dijo recientemente el mandatario, quien se ha resistido a instaurar medidas restrictivas para controlar la pandemia, en aras de mantener activa la economía.
El año pasado, el país sufrió una contracción económica del 4,5 por ciento del PIB, menor al 9 por ciento de los pronósticos, y para este 2021 se proyecta un rebote que permitiría crecer cuatro por ciento, según el ministro de Finanzas, Paulo Guedes. Economistas menos optimistas sostienen que seguirá cayendo el PIB por esta segunda ola del coronavirus. El paquete de ayuda económica de 2020, uno de los mayores de los países emergentes, ayudó a sostener la economía, pero ahora la enorme deuda pública (que podría llegar al 100% del PIB) explica la reticencia de Guedes a nuevos desembolsos.
Otro problema acuciante de Brasil es la dificultad para proveerse de vacunas. A pesar de que ha sido campo de experimentación de varios laboratorios, aún no cuenta con la seguridad de que lleguen todas las dosis comprometidas. La semana pasada comenzó la campaña de vacunación con las de AstraZeneca y Sinovac, luego de demoras y postergaciones de los envíos desde India y China, respectivamente.
Algunos críticos de Bolsonaro lo culparon de que China pusiera obstáculos, por las diferencias políticas entre los gobiernos, pero eso se disipó luego de que el propio Presidente agradeciera la aprobación por parte de Beijing de un cargamento de 5.400 litros del componente activo para producir la Coronavac en Sao Paulo. El gobernante se había alineado con Donald Trump en sus críticas a China, pero, al parecer, ha readecuado ahora su política.