Mario Valle
En el marco del Festival Quilicura Teatro Juan Radrigán se estrenó una nueva versión de “El delantal blanco” del dramaturgo chileno Sergio Vodanovic (1926-2001). La última vez que se representó fue en 2001 en un montaje protagonizado por Katherine Salosny y Claudia Santelices.
Se trata de una obra breve, de poco menos de media hora, escrita en 1963, y que mantiene la impronta y sello de la obra de este autor. Fue adaptada acertadamente a los parámetros actuales, o sea, en formato virtual, por el actor Héctor Morales, quien incursiona por cuarta vez en las tareas de dirección.
Son dos mujeres, muy distintas, las protagonistas. Una es la patrona y la otra, su empleada. La primera es la esposa de un político y la segunda, una muchacha que ha llegado del campo con la necesidad de trabajar. Todo ocurre en un balneario del país, que no se menciona, pero que por las imágenes de apoyo todo parece indicar que se trata de Zapallar. Ambas se encuentran en la playa pendientes de Alvarito, el niño de la casa y que por lo que se dice es un fiel heredero de la personalidad materna. En un momento la patrona decide jugar y cambiar de roles para ver cómo se ve el mundo con un delantal blanco e intercambia vestuario con su joven empleada. Son dos miradas diferentes de un mismo mundo y que para una sigue siendo el mismo vista lo que vista.
Es una obra en que están marcadamente presentes los estereotipos y las diferencias sociales. Muestra un mundo en que prevalecen el arribismo, las apariencias, los prejuicios, la poca empatía por el otro y el desconocimiento de otras realidades. Vodanovic es un autor de piezas emblemáticas de la dramaturgia nacional como, entre otras, “Deja que los perros ladren”, “Los fugitivos”, “Nos tomamos la universidad”, “Cuántos años tiene un día” y “La mar estaba serena”, estas dos últimas en conjunto con la compañía Ictus. A su pluma también pertenecen importantes teleseries de los años 80 como “Los títeres”, “Una familia feliz” y “Secretos de familia”. Fue un dramaturgo que se caracterizó por hacer una crítica social, pero con pinceladas de sutil ironía y humor, tal como se aprecia en “El delantal blanco”.
Los papeles protagónicos esta vez están en manos de dos grandes de la escena nacional: Tamara Acosta y Francisca Gavilán, quienes, especialmente la primera, han trabajado en varias obras por Zoom en el último tiempo y en géneros muy diferentes. Acosta da a su personaje una adecuada contención que no se desborda ni siquiera en el momento de su revancha. Gavilán recrea a una mujer arrogante de una clase social acomodada sin caer del todo en la caricatura. De los otros personajes secundarios solo escuchamos sus voces.
Es una puesta en escena atractiva. Comienzan las dos actrices realizando una lectura dramatizada del texto para luego pasar a un encuadre en que se las ve en la playa. Cada una desarrolla su trabajo desde su casa por las restricciones sanitarias, pero las imágenes superpuestas en blanco y negro detrás de ellas (que le añade otro toque de interés) hacen parecer que estuvieran en el mismo lugar. A esta estética especial se agrega el sonido ambiente del mar, gaviotas y con un rudimentario sistema, como lo es un ventilador, el veraniego viento playero.
“El delantal blanco” es una pieza que ha envejecido bien por cuanto, lamentablemente, muestra una realidad que aún sigue vigente casi 60 años después de que fuera escrita. Positivo resulta revisitar esta obra que da a conocer además a las nuevas generaciones a uno de los importantes de la dramaturgia nacional, a través de un acertado montaje adaptado a lo virtual que no lo hace perder su esencia.
Próxima función, 29 de enero, a las 21:00 horas, de forma gratuita en los canales de Facebook y YouTube de la Corporación Cultural de Quilicura y en el sitio quilicurateatro.cl.