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Editorial
Jueves 03 de diciembre de 2020
Cuestionable video
Este episodio representa un paso en falso en la consolidación de una institucionalidad que proteja los derechos de niños y adolescentes.
Como parte de la Campaña de Derechos 2020, que conmemora la ratificación por Chile de la Convención de los Derechos del Niño, la Defensoría de la Niñez lanzó en las redes sociales un video titulado “El llamado de la naturaleza”, en el que un grupo de jóvenes canta y baila al ritmo de una canción cuya letra ha sido objeto de serios reparos debido a sus contenidos alusivos a la rebelión, la revolución y a “saltarse los torniquetes”, en lo no puede entenderse sino como una alusión a las violentas evasiones masivas que antecedieron a los hechos del 18 de octubre de 2019.
Diversas autoridades han manifestado su inquietud por los mensajes del video, los que —señalan— podrían llegar a interpretarse como una incitación a la violencia, o al menos una exaltación de acciones de ruptura de la legalidad. Incluso, un grupo de parlamentarios inició un proceso de recolección de firmas para recurrir a la Corte Suprema, con el fin de solicitar la destitución de Patricia Muñoz, defensora de la Niñez. Según los diputados, quien dirige una institución pública destinada al resguardo de los derechos de los niños y los adolescentes no puede promover la desobediencia civil, como supuestamente lo haría el video. En una declaración, la Defensoría rechazó los cuestionamientos, afirmando que “jamás hemos llamado a la violencia ni lo haremos”, y lamentando que se hubiera malinterpretado una pieza musical cuyo objetivo —recalcó— era visibilizar los derechos de los niños y crear una instancia de reflexión para incentivar su participación.
Resulta lamentable que un organismo tan crucial para la protección de la infancia y de la juventud se vea involucrado en una polémica originada en la generación de contenidos que, por el lenguaje utilizado, no solo sugieren sesgo político, sino que incluso pueden entenderse como una legitimación de la ruptura del orden legal. La defensa de los derechos de los niños y de los jóvenes es una tarea urgente, primordial y permanente, pues todavía muchos enfrentan la vulnerabilidad y la desprotección. Sin embargo, esta labor no debiera verse alterada por otras motivaciones y menos por mensajes que puedan alentar el enfrentamiento, especialmente cuando el país busca construir un nuevo orden institucional. Llama particularmente la atención que la Defensoría, cuya titular se ha mostrado especialmente atenta a cuestionar cualquier eventual utilización proselitista de la infancia —incluso criticando el año pasado que un grupo de preescolares que visitaban La Moneda le cantaran el Cumpleaños Feliz al Presidente de la República—, no haya advertido en este caso las evidentes lecturas políticas a las que se prestaba el video.
No es la primera vez que el actuar de esta entidad es cuestionado por supuestas faltas de equilibrio. Incluso este año diputados de la Democracia Cristiana enviaron un duro oficio a la Defensoría pidiéndole aclarar antecedentes respecto de haber privilegiado las acciones de denuncia de la violencia policial por sobre las muchas otras situaciones de vulneración que sufren niños y adolescentes. En respuesta, el organismo defendió su proceder, mostrando con cifras los esfuerzos desarrollados en distintas áreas, pero también haciendo notar los intensos requerimientos de que fue objeto en el marco de la crisis vivida por el país a partir de octubre de 2019. De hecho, ya en noviembre del año pasado, la defensora afirmó —en una intervención ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos— que en “Chile se han violado grave, sistemática y generalizadamente los derechos humanos”, en palabras que contrastaron con la cautela que organismos como Human Rights Watch y el propio INDH han mostrado respecto del uso del concepto “sistemático”.
De muy reciente creación —inició sus funciones en junio de 2018—, la Defensoría de la Niñez deberá vivir un proceso de maduración institucional para consolidarse como instancia que, ajena a activismos y acusaciones de sesgo, pueda cumplir con eficacia la trascendental tarea de difundir, promover y proteger los derechos de los niños. Este episodio representa un paso en falso en ese esfuerzo y corresponde que así sea reconocido y corregido.