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Editorial
Lunes 30 de noviembre de 2020
Cambios lingüísticos
En un proceso no forzado, el habla incorpora cambios que enriquecen la lengua.
En un proceso continuo de adaptación, el lenguaje evidencia los modos de comunicación y expresión que los pueblos se dan para interactuar, adoptando nuevas palabras o modificando sus significados. El habla, de manera natural, incorpora esos cambios enriqueciendo cada lengua según las nuevas circunstancias. Son procesos espontáneos, no forzados, que surgen del uso reiterado de vocablos y expresiones.
Tras revisar escritos, periódicos y mensajes en las redes sociales, el Diccionario de la Lengua Española incorporó, en la última actualización digital, más de dos mil 500 cambios, evidenciando la influencia que tanto la pandemia —tema que ha copado las comunicaciones de este año— como las redes sociales han tenido en el lenguaje mediante el uso reiterativo de ciertos términos provenientes de otros idiomas o que toman forma por la necesidad de expresar nuevos contextos.
En su función ordenadora y referencial para los hispanohablantes en el uso del idioma, los especialistas acogieron como propios del vocabulario idiomático los términos utilizados durante estos meses de crisis sanitaria, incorporando al diccionario la palabra COVID como sustantivo, cuyo significado se refiere a un síndrome respiratorio agudo, y también coronavirus, desescalada y desconfinar, entre otros. Asimismo, al sustantivo confinamiento se le hace un cambio semántico al agregar a su significado original, referido a una penalización, la acepción relativa a medidas de resguardo.
El impacto de las redes sociales también es asumido. El uso de imágenes y la necesidad de síntesis que les son propios inciden de manera decisiva en el manejo del lenguaje, especialmente para las nuevas generaciones. Emoji, emoticono, finde, trolear son algunos de los vocablos ahora incorporados oficialmente a la lengua española.
Según el director de la Real Academia Española (RAE), su rol no es inventar nada. “Somos testigos y notarios de cómo hablan los hispanohablantes”, dando cuenta del dinamismo del idioma, sin forzar cambios que alteren su objetivo, cual es la comunicación directa y clara entre las personas. De allí los reparos expresados ante la insistencia de algunos sectores por alterar forzadamente la lengua con fines supuestamente inclusivos, al repetir los sustantivos en sus versiones masculina y femenina o reemplazando letras para lograr una neutralidad en el género de los vocablos, afectando la comprensión y la fluidez del mensaje.
Siendo una de las lenguas más extendidas en el mundo, con alrededor de 600 millones de personas que la hablan, su buen uso implica la preservación de un patrimonio cultural invaluable. En un mundo digitalizado, donde las imágenes han reemplazado al texto, traspasar su enseñanza a las nuevas generaciones significa un desafío mayor, pero el dinamismo del habla permite a la lengua asumir los cambios propios del paso del tiempo, como los impactos de una pandemia o los avances tecnológicos, enriqueciéndola.