La tabla de posiciones del torneo chileno, a poco del término de la primera rueda, entrega algunos antecedentes interesantes: hay tres equipos que han realizado un escape y, de no pasar algo extraño, serán los que deberían estar en la pelea por el título 2020: Universidad Católica, Unión Española y Unión La Calera.
Todos tienen sus méritos y existe discusión sobre ellos más allá de los gustos personales. Son sólidos desde el punto de vista colectivo y tiene, cada uno, individualidades capaces de romper la tediosa inercia que puede producir la excesiva mecanización.
Entre ellos, cabe destacar lo que está presentando la Unión Española de Ronald Fuentes. Por varias razones.
La primera es que se trata de una propuesta técnica que combina varios factores que parecen alejados del discurso actual de los DT nacionales. Unión Española es un equipo que ofensivamente es potente, pero no uno que arriesgue en demasía para quedar desprotegido. Es decir, su manera de plantearse es evitar desequilibrios exagerados, lo que redunda en un eficaz control de su propio ritmo. La posesión y el ataque directo son, en definitiva, herramientas y no religiones en la propuesta de Fuentes.
Tácticamente, en tanto, Unión es una escuadra que asume variantes de acuerdo con las circunstancias de los partidos.
El 4-3-3 teórico puede fácilmente sufrir transformaciones. Si ataca, los dos laterales (Gómez, González o Pavez Contreras —que es volante habitualmente— por la derecha; Pavez Muñoz o Larenas por la izquierda) provocan la readecuación inmediata de la estructura defensiva: Felipe Méndez se mete entre los zagueros centrales para construir una línea de tres mientras que Mario Sandoval y Misael Dávila se centralizan para asegurar una salida limpia y a ras de piso.
Si, en tanto, Unión es atacada, el repliegue es inmediato. Carlos Palacios y Felipe Fritz, habituales punteros abridores de defensas, se recogen para tapar la salida de los laterales rivales mientras que el uruguayo Cristián Palacios queda como única referencia a la espalda de los volantes defensivos esperando cazar la pelota si ésta se recupera y se genera un contraataque o transición rápida.
Pero Unión no solo es funcionamiento y precisión colectiva. También es expresión individual.
Desde el propio arco, donde un renovado y refrescado Diego Sánchez se ha erigido no solo como un portero atajador, sino que también como la primera salida de los rojos. Sánchez distribuye corto o largo de acuerdo a cómo esté parado el equipo y con ello se transforma en un elemento más de ataque. Lo mismo acontece con los mediocampistas. Dávila y Méndez pueden elaborar, abrirse o rematar de distancia de acuerdo a los espacios que va creando el conjunto. Y si está Yulián Mejía, ni hablar: ahí Unión construye y teje como si de una pequeña obra maestra se tratara de realizar. Más si concluye con alguna argucia letal del uruguayo Palacios.
Es cierto. Lo que seduce hoy de esta Unión Española debe mantenerse en el tiempo y ojalá terminar con algún logro para cristalizarse. Es lo que corresponde.
Pero igual vale hacerle un guiño entre tanta confusión y humo que se ve en otros lados…