¿Por qué tendrá un nombre tan particular como este el bar Mamá no quiere? Es un misterio. Lo que sí queda claro es que salir a un bar o restaurante hoy en día implica una serie de cosas que antes de la pandemia no ocurrían.
El primer obstáculo: encontrar mesa. En Mamá no quiere, tanto su terraza del interior como la del exterior, se llenan, y hay que tener un poco de paciencia para encontrar una desocupada. Luego, al pasar la primera barrera, llega el momento de escanear la carta, lo que obliga a salir con celular. Esta, principalmente, tiene hamburguesas y platos que acompañan su innovadora coctelería.
El primer cóctel que se pidió fue Derechito pa' la casa, y lo que llamó de inmediato la atención fue que estaba preparado con ingredientes poco habituales como cynar y cedrón. Pero después de unos minutos se nos informó que no había cedrón, así es que hubo que cambiarlo por un Fresh Mama ($6.500): base de gin, limón, pepino y cilantro. Servido en un vaso corto y con una rodaja de pepino como decoración, sorprendió por su frescura y por la manera en que los ingredientes se complementaban entre sí.
El segundo cóctel fue A tomar oncecita ($6.500) que aparecía como uno de los más atractivos de la carta: té macerado, cachaça, Saint Germain, mandarina y limón. La guinda de la torta es que se sirve en una taza y el cóctel viene en una tetera. Pero si bien es interesante, y además suma una experiencia, el resultado, comparado con el Fresh Mama, fue algo más soso.
Av. Condell 976, Providencia.