Colo Colo y Universidad Católica definen esta semana su futuro en la arena internacional 2020. Los albos, aunque parezca increíble, tienen posibilidades de pasar a la siguiente fase de la Copa Libertadores, aunque antes de entrar a la cancha a jugar contra Wilstermann de Bolivia estén últimos en el grupo C del torneo (y penúltimos del campeonato nacional) y vengan de dos contundentes derrotas en la Copa como visitante. No es todo. Incluso puede darse que perdiendo (si Athletico Paranaense golea sin misericordia a Peñarol) logren un pequeño botín: clasificarse a la Copa Sudamericana. De no creer…
La UC, en tanto, tiene también una pequeña esperanza cuando juegue este jueves ante Internacional de Porto Alegre, uno de los actuales punteros del Brasileirao, en la jornada final del grupo E de la Libertadores. Si bien el campeón chileno no tiene opción de seguir en el torneo más importante del continente, sí aspira a llegar a la Copa Sudamericana. No es fácil, pero tampoco imposible. Los resultados pueden darse. A eso se aferra la UC.
Cierto. Si albos y cruzados logran sus respectivos objetivos, quedará la sensación de que si bien no hubo mucho de qué enorgullecerse en esta participación copera, al fin y al cabo, ambos pudieron conseguir metas mínimas que, de alguna manera, atenúan las malísimas estadísticas de los equipos chilenos en la Copa Libertadores en los últimos años. Pero ya pensar eso expone sin ambigüedad el estado de conformismo que hoy existe en el fútbol chileno: alcanzar lo que se pueda es un triunfo en sí mismo. Poner los pies en la tierra es, sin duda, el mejor antídoto para disimular nuestro miserable estado competitivo internacional.
Sí: hoy el equipo más popular y el campeón de Chile se conforman con recibir migajas, porque aspirar a pelear luchas mayores es demasiado utópico. No están para eso. El traje les queda demasiado grande. Hay que ir por el mínimo y de conseguirlo, celebrarlo con fiesta, porque así se puede argumentar que, al fin y al cabo, las cosas no se hacen tan mal, que hay una idea, que existe un “proceso”.
Mentira. No es así. Y la percepción no puede cambiar porque Colo Colo y la UC sean capaces de agarrar esta semana la última micro disponible. No pues. Ambos equipos fracasaron en esta Copa Libertadores más allá de algún resultado positivo o de una actuación digna. Y no solo porque perdieran harto y llegaran a la última jornada de la primera fase en el último lugar de sus respectivos grupos. No. Se sumieron en la mediocridad porque ninguno de los dos (como pasa también en el resto de los equipos chilenos) tiene como objetivo hoy competir contra los mejores a nivel continental, sino que, simplemente, participar con cierta “dignidad” y “pasar un par de fases” para que, al menos, termine siendo rentable la pequeña inversión hecha a principios de año por el parcito de refuerzos que se trajeron.
Se dirá como argumento que hoy el medio chileno está demasiado lejos de Brasil y Argentina en términos económicos como para andar haciéndose ilusiones desmedidas frente a planteles que multiplican por 100 los que hay en Chile. Que es mejor ser honesto, andarse con cuidadito, y tratar de no salir vapuleado “para no perder prestigio”.
Bueno, sigan pensando así. Y celebren si, en una de esas, siguen esa fiesta, pero bailando solos.