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RenovarNoticias
Lunes 19 de octubre de 2020
Monseñor Aós, tras quema de dos iglesias: “Les suplico, ¡basta, basta de violencia!”
En medio de graves desmanes, las llamas dañaron San Francisco de Borja, la iglesia de Carabineros, y la parroquia La Asunción, ambas ya atacadas en el comienzo de la crisis social.
EQUIPO DE CRÓNICA
La barbarie se apoderó de la esquina de Vicuña Mackenna con Barón Pierre de Coubertin, a las 19:58 horas de ayer, cuando, envuelta en llamas, la aguja de la centenaria parroquia La Asunción se desplomó frente a decenas de encapuchados que saltaban, gritaban, aplaudían y se sacaban selfies con sus teléfonos celulares, “festejando” la destrucción del templo inaugurado en 1876.
Horas antes, y a pocas cuadras, otro siniestro afectó a San Francisco de Borja, la iglesia institucional de Carabineros, dedicada —en una aciaga casualidad— el mismo año.
Ambos incendios son indagados por la Fiscalía Metropolitana Centro Norte, pues hay indicios de que fueron provocados por encapuchados que cometían desmanes.
Mientras en el caso de La Asunción hay videos que los muestran encendiendo una fogata en las clausuradas puertas de la parroquia, en el de San Borja hubo un saqueo previo que terminó con imágenes religiosas y mobiliario convertido en combustible de barricadas. Preliminarmente, el fiscal José Morales enfocaría su pesquisa en un balón de gas robado desde el interior de la iglesia y que habría sido usado para iniciar las llamas.
Ambos recintos ya habían sido atacados y saqueados en el inicio de la crisis social: La Asunción el 8 de noviembre y San Borja el 3 de enero. Esta última estaba rodeada por bloques de concreto, lo que no fue suficiente.
En los ataques de ayer llamó la atención la ausencia de efectivos de Carabineros, pese al numeroso despliegue policial anunciado días antes con motivo de cumplirse un año del estallido de la crisis social.
El ministro del Interior, Víctor Pérez, dijo anoche que Carabineros y la PDI “estuvieron presentes, protegiendo a quienes se manifestaban pacíficamente”.
La revandalización de ambas iglesias consternó a diversos círculos. “Les suplico, ¡basta, basta de violencia! No justifiquemos lo injustificable. Dios no quiere la violencia”, advirtió el arzobispo de Santiago, monseñor Celestino Aós. Los sucesos de ayer “demuestran que no hay límites para quienes exacerban la violencia”, agregó la Conferencia Episcopal, en una declaración firmada por el obispo castrense, Santiago Silva, y el arzobispo de Puerto Montt, Fernando Ramos. El titular de Interior calificó lo sucedido como “una expresión de brutalidad que debemos condenar enérgicamente”.
El ataque a La Asunción impactó a la fundación Ayuda a la Iglesia. Su directora, Magdalena Lira, dice que estaban por iniciar la reparación de los daños de noviembre, tras una campaña de recolección de fondos: “La desolación que sentimos como equipo es también una consternación muy grande (…) Acá está en juego la convivencia, el poder tolerarnos como sociedad. Duele mucho”.
La barbarie se apoderó de la esquina de Vicuña Mackenna con Barón Pierre de Coubertin, a las 19:58 horas de ayer, cuando, envuelta en llamas, la aguja de la centenaria parroquia La Asunción se desplomó frente a decenas de encapuchados que saltaban, gritaban, aplaudían y se sacaban selfies con sus teléfonos celulares, “festejando” la destrucción del templo inaugurado en 1876.
Horas antes, y a pocas cuadras, otro siniestro afectó a San Francisco de Borja, la iglesia institucional de Carabineros, dedicada —en una aciaga casualidad— el mismo año.
Ambos incendios son indagados por la Fiscalía Metropolitana Centro Norte, pues hay indicios de que fueron provocados por encapuchados que cometían desmanes.
Mientras en el caso de La Asunción hay videos que los muestran encendiendo una fogata en las clausuradas puertas de la parroquia, en el de San Borja hubo un saqueo previo que terminó con imágenes religiosas y mobiliario convertido en combustible de barricadas. Preliminarmente, el fiscal José Morales enfocaría su pesquisa en un balón de gas robado desde el interior de la iglesia y que habría sido usado para iniciar las llamas.
Ambos recintos ya habían sido atacados y saqueados en el inicio de la crisis social: La Asunción el 8 de noviembre y San Borja el 3 de enero. Esta última estaba rodeada por bloques de concreto, lo que no fue suficiente.
En los ataques de ayer llamó la atención la ausencia de efectivos de Carabineros, pese al numeroso despliegue policial anunciado días antes con motivo de cumplirse un año del estallido de la crisis social.
El ministro del Interior, Víctor Pérez, dijo anoche que Carabineros y la PDI “estuvieron presentes, protegiendo a quienes se manifestaban pacíficamente”.
La revandalización de ambas iglesias consternó a diversos círculos. “Les suplico, ¡basta, basta de violencia! No justifiquemos lo injustificable. Dios no quiere la violencia”, advirtió el arzobispo de Santiago, monseñor Celestino Aós. Los sucesos de ayer “demuestran que no hay límites para quienes exacerban la violencia”, agregó la Conferencia Episcopal, en una declaración firmada por el obispo castrense, Santiago Silva, y el arzobispo de Puerto Montt, Fernando Ramos. El titular de Interior calificó lo sucedido como “una expresión de brutalidad que debemos condenar enérgicamente”.
El ataque a La Asunción impactó a la fundación Ayuda a la Iglesia. Su directora, Magdalena Lira, dice que estaban por iniciar la reparación de los daños de noviembre, tras una campaña de recolección de fondos: “La desolación que sentimos como equipo es también una consternación muy grande (…) Acá está en juego la convivencia, el poder tolerarnos como sociedad. Duele mucho”.
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