Señor Director:

En el debate respecto del “apagón digital” que ordenó la Corte de Apelaciones de Santiago frente a la aparición de algunas herramientas que alientan la irrupción de tecnología en la labor notarial, me permito poner en perspectiva la mirada más local, y por tanto ciudadana, del problema.

En la labor municipal, día a día nos toca oír de casos en que un emprendimiento, el traspaso de una propiedad o incluso el acceso a un crédito se ven truncos debido a la falta de recursos de los vecinos para cubrir diversos gastos notariales. Y parece que muchos no han reparado en que ello sin duda contribuye a profundizar más radicalmente las brechas de inequidad que separan a nuestra sociedad.

Hoy, cuando solo necesitamos de una clave para transferir dinero, pedir un permiso para ir al supermercado o incluso para retirar el 10%, la decisión de la justicia parece no solo retrógrada, sino inútil, ya que sea por fuerza de las circunstancias —como la triste pandemia que nos afecta en la actualidad— o por simple necesidad, finalmente veremos cómo en poco tiempo la digitalización entrará por un área gris inadvertida hasta hoy en la letra de la ley.

Desde la óptica local, son innumerables los trámites que la ley exige cumplir a los ciudadanos para una mera pero inexplicable formalidad. Mientras, en la otra vereda, sobran los ejemplos de adultos mayores vulnerados en sus derechos frente a estafadores e inescrupulosos que —sin requerir de firma notarial— logran perpetrar sus abusos robando inmuebles y posesiones en absoluta impunidad. Ciertamente me gustaría ver al gremio de los notarios hacerse presente con la misma fuerza ante la justicia en estos casos también.

Carolina Leitao A-S
Alcaldesa de Peñalolén