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Sábado 11 de julio de 2020
Manifestaciones y agresiones a la prensa evidencian polarización social en Argentina
El oficialismo condenó un eventual “discurso de odio”, mientras la sociedad se divide en torno a la pandemia y la recesión.
Atrapada entre una crisis sanitaria que no ha podido ser controlada y una recesión de dos años, de la cual no se ve salida, Argentina ha vuelto a ser escenario de su clásica polarización. Pero en los últimos días, la “grieta” no solo se ha expresado como un fenómeno político, sino también social. Sobre todo, en las masivas manifestaciones contra el gobierno del peronista Alberto Fernández el jueves, con motivo del Día de la Independencia, en las cuales se registró una agresión a la prensa, y que ayer motivaron al oficialismo a cargar contra la oposición.
La fractura social quedó expuesta con las multitudes concentradas en Buenos Aires, y más de 70 localidades en toda Argentina, en el llamado “banderazo por la libertad”. Las consignas desplegadas por los manifestantes eran de rechazo a la cuarentena impuesta por Fernández, que ya alcanza tres meses y medio; a la intervención anunciada por el gobierno en la agroexportadora Vicentin; a la supuesta impunidad contra la corrupción vinculada a la exmandataria (2007-2019) y vicepresidenta Cristina Fernández, y a varias otras ideas contrarias a lo que representa la coalición oficialista, el Frente de Todos.
Sin embargo, la masividad de la protesta fue empañada por la agresión sufrida por un móvil del canal C5N, considerado como afín al gobierno, que cubría la manifestación en el Obelisco. Un grupo de personas rodeó a un camión del medio, golpeándolo, insultando a sus ocupantes y exigiéndoles su retirada, un hecho que evidenció que las expresiones de la polarización latente pueden ser peligrosas.
El incidente se transformó rápidamente en un asunto de debate político. “Si se empieza a instalar un discurso de odio, hay que desarmarlo rápidamente, porque si no sucede lo que pasó ayer (el jueves): se agrede al que piensa distinto”, afirmó ayer el jefe de gabinete de Alberto Fernández, Santiago Cafiero, en entrevista con Radio con Vos.
Pero mucho más beligerante fue el vocero presidencial, Juan Pablo Biondi, que después de varias publicaciones en Twitter criticando la agresión, respondió un mensaje en esa red social del expresidente Mauricio Macri (2015-2019), que compartió una foto de ciudadanos con banderas argentinas con el texto “¡Libres! ¡Feliz Día de la Independencia!”. “Libres de vos y tu inutilidad que nos hubiera llevado a contar muertos de a miles dentro del país fundido que dejaste”, escribió el portavoz.
Tanto la manifestación como la respuesta oficialista dan cuenta de que a Argentina ha vuelto la “grieta”, una palabra con la que se han definido las divisiones políticas en torno a dos figuras que han protagonizado la escena los últimos años, con alto rechazo, pero con una base de apoyo dura: Macri por la derecha y Cristina por la izquierda.
Ese fenómeno parecía apaciguado en los primeros meses de gobierno de Fernández, quien asumió en diciembre perfilándose como más moderado que Cristina, y que había tratado de forjar unidad en torno al combate contra la pandemia.
Pero las complicaciones económicas agudizadas por el confinamiento (según el FMI, la economía argentina caería este año en 9,9 puntos) y una cuarentena que no ha logrado aplanar la curva de contagios, parecen haber agravado las cosas nuevamente, esta vez incluso en las calles.
A esos asuntos se suman otros eventos recientes que han generado fracturas: la idea de expropiar Vicentin impulsada por el sector más afín a Cristina; un caso sobre presunto espionaje durante el gobierno de Macri; la misteriosa muerte hace una semana de un exsecretario de la vicepresidenta que era testigo clave en un caso de sobornos que la involucra, y la decisión de hace unos días de la justicia de excarcelar al empresario kirchnerista Lázaro Báez, también implicado en causas de corrupción.
Pero más allá de las contingencias, analistas ven que la polarización es anterior a Cristina y a Macri; se remonta a mediados del siglo XX, con divisiones con fuerte arraigo social entre peronistas y antiperonistas.
“El Frente de Todos, que sería la rémora de lo que fue el peronismo durante el siglo XX, claramente representa a sectores medios, medios bajos, más vinculados al trabajo que al capital, y quizá más vinculados al sector público. Por el otro lado tenemos claramente por parte de Juntos por el Cambio (de Macri) la representación de sectores medios, medios altos, más vinculados al capital que al trabajo, con una mayor vocación y relación con el sector privado”, comenta Lucas Romero, director de la consultora Synopsis.
El politólogo de la Universidad de Buenos Aires, Santiago Leiras, complementa con otras diferencias. “La grieta argentina se da entre dos bloques políticos, sociales e ideológicos, uno que podríamos identificar con una matriz liberal-republicana y otro con una directriz de tipo populista o nacional-popular. Los ejes de la división son variados: complejo agroindustrial versus actividades extractivas, centros urbanos versus zonas rurales, integración al mundo versus autarquía, individuo versus comunidad organizada, visión formal de la democracia versus visión sustancial de la democracia”.
Los medios en la “grieta”
Los ataques contra C5N recuerdan otros episodios en que la prensa ha quedado a merced de la polarización.
En 2009, Cristina Fernández impulsó una ley en medios como parte de una batalla contra el grupo Clarín. La legislación, que fue modificada por Macri, imponía límites a la cantidad de medios que podía acumular un grupo.
Un evento similar al del jueves se registró el año pasado, cuando periodistas de distintos medios fueron agredidos en una protesta frente al consulado de Chile, en el marco del estallido social.
Y en un episodio más reciente, hace una semana, la Sociedad Interamericana de Prensa expresó su “profunda preocupación por el hostigamiento y la estigmatización en contra de periodistas argentinos por parte de funcionarios del gobierno”.