Resulta interesante que, a raíz de la pausa obligada de la competencia producto de la pandemia, el mundo del fútbol haya tenido espacio para la reflexión y hasta para algunas discusiones esenciales.
Tanto en Chile como el extranjero, las distintas plataformas de comunicación permitieron la constante reunión de diversas miradas futbolísticas (a modo de seminarios o de simples conversatorios) ya sea en el plano técnico, reglamentario, administrativo o histórico que, en el fondo, denunciaron una necesidad oculta de dialogar no solo para imponer puntos de vista, sino que, específicamente, para ampliar el propio conocimiento (o para darnos cuenta lo poco que sabemos y lo mucho que tenemos por aprender).
Si bien es imposible resumir qué ha sido lo más relevante de estos centenares de encuentros (todo depende del área de interés particular y de las reuniones en que uno ha podido participar), sí se puede sacar una conclusión importante: existe un común deseo —o al menos, una generalizada intención— de que el fútbol recupere formas, características o identidades que parecen haberse ido perdiendo producto de la súper profesionalización.
Es decir, hay una inquietud por ir al origen de todo…
No es raro. La ausencia de consumo de fútbol en forma atosigante y sin pausas que vivimos en “períodos normales” nos llevó en estos meses a cuestionar si los cambios que se han producido en todo ámbito, desde el nacimiento del fútbol como deporte reglamentado, han sido para mejor o solamente se impusieron debido a intereses particulares.
Así, han surgido preguntas que han movido, al menos, al diálogo. Veamos algunas de ellas. ¿Realmente estamos observando hoy algo mejor —en términos reales de espectáculo— que lo que vieron nuestros abuelos? ¿Los cambios reglamentarios que se han hecho lograron los efectos que motivaron estas transformaciones? ¿El ingreso de grandes inversionistas o de accionistas en la dirección de los clubes ha significado una mejor administración? ¿Vemos hoy grandes revoluciones tácticas o solo simples adaptaciones de viejas teorías? ¿Son mejores los cracks de este tiempo a los que ya están inscritos como leyendas? ¿Se juega mejor al fútbol o solo se corre más y es la intensidad de juego la que uno visualiza como elemento distintivo?
Claro, no todo se puede contestar en forma unívoca. Todo tiene su todo y sus partes. Su yo y sus circunstancias. Sus certezas y dudas. Y también, por cierto, está el espacio amplio y abierto para pensar que las reformas han traído aspectos positivos y mejorado lo que había. Es cosa de ver cómo el fútbol se ha transformado en un aspecto esencial en la industria de la entretención.
Pero, sin duda, ha habido a la hora de la detención para conversar una valoración a lo tradicional, a lo antiguo, a lo histórico. A lo que parecía olvidado o simplemente enterrado.
No deja de ser bueno lo que ha provocado el encierro y la carencia de competencia. Nos hacía falta una pausa.