EDUARDO FIGUEROA C.

El 14 de marzo pasado, Huachipato había realizado su último entrenamiento en la cancha del estadio CAP, en Talcahuano, preparando el duelo ante Unión Española. Después de 79 días, el plantel “acerero” volvió a las prácticas presenciales, en medio de la pandemia que tiene paralizado el fútbol nacional.

No fue un regreso exento de dificultades. Tras el trabajo del primer grupo, de siete jugadores, el seremi de Salud de la región del Biobío, Héctor Muñoz, llegó a fiscalizar al recinto deportivo, para comprobar si se estaban cumpliendo los protocolos de higiene y distancia social, y sugirió suspender las actividades, pero el club enseñó las medidas tomadas y logró seguir adelante.

“Los futbolistas están en la cancha a una distancia de diez metros, que era algo que nos preocupaba. Tampoco ocupan los camarines. Les hicimos unas observaciones y esperamos que las cumplan”, aseguró la autoridad. Estas eran menores, como señalizar los baños y que los basureros estuvieran tapados. Por la tarde un inspector comprobó que lo solicitado se cumplía, por lo que hay luz verde para que la escuadra siga entrenando. Por ahora un caso único entre los 33 clubes del fútbol profesional.

La fórmula

El presidente de Huachipato, Marcelo Pesce, se muestra confiado. “Hemos tomado todas las medidas. Son cuatro grupos de siete futbolistas, más dos personas del cuerpo técnico y un médico. Los jugadores llegan en sus autos, les tomamos la temperatura, entran a la cancha y después se van directo a sus casas. No se usan las duchas. Así trabajaremos hasta el viernes. Las próximas semanas vamos a reducir a cuatro jugadores por grupo”, indicó.

Sobre una posible suspensión de los entrenamientos si cambia el criterio de la autoridad, Pesce afirmó que “el seremi no tiene la facultad para hacerlo. Sólo puede clausurar un recinto. Lo único que puede detener el trabajo en cancha es que se declare cuarentena obligatoria en Talcahuano”.