La trabajada victoria de Colo Colo ante Atlético Paranaense echó a correr una de las frases más manidas del fútbol: “El equipo se descomprimió”.
Ello, en alusión a esa especie de liberación energético-emocional que parecen tener los futbolistas cuando se ha ido un DT y llega otro (aunque sea solo interino).
¿Por qué pasa esto? ¿Realmente el solo reemplazo de un entrenador genera un cambio tan profundo en un grupo que puede, de jugar pésimo a hacerlo relativamente bien?
No, claro que no. Pero sí es un hecho que sicológicamente, tras malos resultados y carencias de rendimientos, la salida de un adiestrador provoca una reacción en los jugadores.
Cuando Manuel Pellegrini dirigía a Universidad Católica, luego de una serie de malos resultados reunió a su plantel en el camarín para avisarles que iba a renunciar. Los jugadores le dijeron que ellos se sentían responsables, que apoyaban su trabajo y le pidieron que siguiera. Pellegrini no renunció. No bastó. Tras otro mal resultado, el DT nuevamente se juntó con sus dirigidos y les dijo que, esta vez, se iba. Los jugadores, ahí, le abrieron la puerta, porque sentían que, al final, era Pellegrini el que no encontraba la vuelta y con ello el camarín se enrarecía. “Y el ambiente, efectivamente, se descomprimió cuando se fue, volvimos a ganar, pero todos sabíamos que la culpa no era de Pellegrini” cuenta hoy un jugador de ese tiempo.
Inexplicable. O, más bien, el concepto y la frase asociada esconden algo más profundo: Cuando los parámetros de rendimiento llegan a sus puntos más bajos, entonces los jugadores sienten que el reemplazo del DT es la mejor salida posible. Hay, pues, un claro traspaso de responsabilidades.
En el caso de esa UC de Pellegrini, es evidente que la salida del DT se hizo inevitable porque los jugadores no encontraban explicaciones lógicas a los que les estaba aconteciendo. Entendían y estaban en mayoritaria sintonía con su entrenador, pero ello no se reflejaba en la cancha. Estaba fallando la conexión. El cambio era necesario.
Pero en la experiencia que hoy está viviendo Colo Colo post Mario Salas, las señales parecieran ser otras. La descompresión que estaría encabezando Gualberto Jara tiene más que ver con una liberación del tipo emocional que con un proceso profundo de cambio de modo de trabajo. No es cierto que desde la partida de Salas el equipo haya multiplicado en 100 su nivel. En realidad, los rendimientos individuales y el colectivo no difieren mucho de lo observado con Salas. Lo que sí ha cambiado —y harto— es la empatía con el DT y, por extensión, la mejor tendencia grupal a seguir ciertas directrices.
Descompresión, le dicen. ¿No será disposición la palabra?