Parte importante de la filmografía de Ira Sachs, un cineasta de origen judío, es su condición gay, y el arco va desde la autobiográfica “Keep the lights on” (2012) al matrimonio de dos viejos homosexuales en “Un amor extraño” (2014).
En su obra, que tampoco es tan abundante, hay espacio para otro tipo de películas de calibre emocional tenue y parejo, donde lo rutinario y a veces imperceptible marca el tránsito de los personajes.
En “Por siempre amigos” (2016), donde participó la actriz Paulina García, los personajes se sitúan en Brooklyn y más bien en un solo edificio, donde dos familias de distinta condición y con hijos adolescentes conviven como vecinos, propietarios y arrendatarios.
En “Frankie”, el acotado escenario es una ciudad portuguesa: Sintra, y el reparto se queda en sus hoteles, conversa por las callejuelas, se entristece en los bosques y descansa en las plazas.
La que convoca a los personajes es una famosa actriz francesa, Françoise Crémont (Isabelle Huppert), a la que su extensa familia la llama Frankie, y a la cita acudieron sus maridos, el actual y el antiguo: Jimmy (Brendan Gleeson) y Michel (Pascal Gregory); también un hijo de cada matrimonio, Sylvia (Vinette Robinson) y Paul (Jérémie Renier), y algún yerno y nieta, pero la más esperada es su amiga y peluquera Ilene (Marisa Tomei), que llega con Gary (Greg Kinnear), al que conoció en los sets de alguna película de “Star Wars”, porque es un técnico en Hollywood, que sueña con filmar una película y acaso con convertirse en artista.
El motivo de la invitación es un misterio, pero nadie de la familia se extraña demasiado, porque el carácter de la estrella es inesperado, volátil y acaso caprichoso.
E Isabelle Huppert, a decir verdad, para construir el personaje aportó lo justo y necesario, como si su propio currículo de actriz le bastara y sobrara.
Ira Sachs filma sin prisa las conversaciones de un grupo familiar que no es extenso, tampoco está resquebrajado, y el foco es la madre famosa que los convoca y aún los intriga. Es todo tan tenue y liviano, que los sentimientos se intuyen y acaso se adivinan, y es todo tan fugaz y pasajero, que si algo importante aparece, ya muy pronto se disuelve en el verdor, los tranvías y el encanto de la ciudad de Sintra.
¿Qué queda para el recuerdo?
La humanidad y cansancio del personaje de Brendan Gleeson.
Dos personajes que no son parientes de la protagonista: Ilene, por su intimidad y amistad; y especialmente Gary, donde en cierta forma Greg Kinnear prolonga a Brian Jardine, el personaje que interpretó en “Por siempre amigos”: acaso un director frustrado, pero al mismo tiempo un trabajador con coraje y puede que un artista imperfecto, por eso la tristeza y melancolía no se borran. Esos sentimientos, precisamente, son los que pueblan la obra Ira Sachs.
Y por eso la mejor frase después de la invitación de la actriz, es la siguiente: “No hay después de Frankie para mí”.
“Frankie”. Francia-Portugal, 2019. Director: Ira Sachs. Con: Isabelle Huppert, Marisa Tomei, Brendan Gleeson. 100 minutos. TE. En cines.