¿Qué se debe hacer frente a las faltas, en especial si son reiteradas? Tres cosas: educar, prevenir, castigar. Trilogía de cajón. El problema es que normalmente lo que deciden quienes tienen autoridad (padres, profesores, jefes, policías) es empezar por el final. Por castigar.
Es un asunto de alta complejidad, por sencillo que parezca, y las confusiones suelen estar a la orden del día. En realidad somos las personas las que hacemos complejas las cosas, a nivel de las relaciones personales, familiares, sociales, políticas y de todo orden.
A cargo de la prevención debemos estar todos, aunque en lo social le corresponde a la policía y sus especialistas en inteligencia (¡!). Pero bien sabemos que los policías, que deben cumplir con detener a quienes cometen delitos y ponerlos a disposición de los tribunales, suelen detenerlos y castigarlos en un mismo acto. Lo hemos visto siempre y no es cosa de los últimos acontecimientos. Los padres, como algunos pistoleros del lejano oeste, primero disparan el reto y después preguntan qué pasó. Los profesores, algo muy parecido, aunque eso ha cambiado y hoy, antes de que pregunten algo, los alumnos ya los han golpeado.
Ahora en nuestro fútbol la pregunta es qué se hace con los violentistas del tablón. Es probable que muchos de ellos sean víctimas de la sociedad, porque se criaron sin educación, en barrios peligrosos, con padres y tíos delincuentes, haciéndose tempranamente carne de presidio. Es posible. El Guasón es universal, aunque no se supo que fuera futbolero.
Hay quienes se emocionan al extremo con esta posibilidad y llegan a olvidar el tema de la justicia y de los derechos de las víctimas. No olvidemos que hubo un dirigente del fútbol que a los más violentos de su club les instaló una escuela. Egresaron peor.
El castigo debe existir, sin duda. En tribunales, obviamente, y debe tener la suficiente dureza como para disuadir a los hechores. Y debe existir, paralelamente, en el fútbol.
¿Quiénes deben pagar en el fútbol? Los infractores, por cierto, y los clubes a cuyas barras pertenecen. Los primeros, con prohibición de ingreso a los estadios (a todos los estadios) por períodos acordes con la gravedad de las faltas o su reiteración en el tiempo. Desde un par de partidos hasta de por vida.
Los clubes pueden pagar de distintas maneras; jugando partidos sin público visitante, sin público en absoluto, sin su público adicto en estadio del visitante. Con multas en dinero, algo importante para empresas comerciales. Además, deben recibir castigo los directores de esas sociedades anónimas, pues suelen ser aliados de sus hinchas-delincuentes y han favorecido su existencia, crecimiento e impunidad.
Lo que no se puede aceptar es que se sancione a los clubes con pérdida de puntos. Eso, aunque sea aceptado en otros lugares, es traicionar la esencia competitiva del fútbol. Nada que suceda fuera del partido puede sancionarse con modificar su resultado.
Y ahora, a castigar a los culpables. A todos. Ya fueron advertidos y no han parado. El fútbol está amenazado de muerte y debe actuar en defensa propia.