Señor Director:

El ataque al Hotel O’Higgins ocurrido el domingo es el último episodio de una seguidilla de hechos de violencia que ha afectado a varios establecimientos de alojamiento turístico en el país desde el estallido de violencia del 18 de octubre.

Esta situación ha afectado de manera grave a la industria del turismo no solo en lo que se refiere a perjuicios materiales, como la pérdida de empleos, menores ingresos y lucro cesante, por mencionar algunos, sino que también a daños intangibles, como es el fuerte deterioro de la imagen internacional que ha sufrido Chile, y que ha provocado un alto número de cancelaciones y una menor llegada de extranjeros.

Como país, nos demoramos muchos años en construir una imagen internacional que atrajera masivamente a visitantes de otras latitudes a nuestros destinos locales, la que tenía como pilar fundamental ser uno de los países más seguros de la región, y cuyo esfuerzo público privado quedó destruido en cuestión de semanas, y que ahora no sabemos si podremos reconstruir.

Mientras se mantengan estos niveles de violencia y no se restablezca el orden público a nivel nacional, será muy difícil que la industria del turismo se pueda poner de pie, pese a todos los esfuerzos que estamos haciendo desde el sector privado para reimpulsar la demanda. Esto es especialmente grave considerando que el 98% de las empresas del rubro son micro y pequeñas, y no cuentan con las espaldas suficientes para aguantar mucho tiempo el escenario actual.

De nada sirve que las autoridades hagan reiterados llamados a condenar la violencia si no se adoptan las medidas necesarias para frenarla de forma efectiva. Somos de las industrias más afectadas por estos hechos, y exigimos que el Estado cumpla el mandato legal de garantizar el orden público y la seguridad de los chilenos y de quienes visitan el país.

Ricardo Margulis
Presidente Fed. de Empresas de Turismo de Chile