Es 1880 en Estados Unidos, cuando el mundo moderno avanza como locomotora y con dos contendientes: el inventor Thomas Alva Edison (Benedict Cumberbatch) y el empresario George Westinghouse (Michael Shannon), aunque en rigor ambos personajes contienen alguna característica del adversario, y Edison también sabe de transacciones y Westinghouse es un ingeniero creador.
“Una guerra brillante” iba a ser estrenada en 2017, pero los escándalos y acusaciones contra Harvey Weinstein implicaron un cambio de compañía y de fechas de distribución, y eso explica el retraso de una película que cuenta la misión de electrificar a un país con dos propuestas enfrentadas: la corriente continua de Edison, y la corriente alterna de las empresas Westinghouse.
Es una época febril de descubrimientos e ingenio humano, y a la par, por cierto, están la copia, el robo y la lucha por patentar.
Alfonso Gómez-Rejón, nacido en Laredo, Texas, y autor de “Yo, él y Raquel” (2015), filma el estómago de laboratorios, edificios y factorías, que anuncian la llamada segunda revolución industrial, donde la electricidad y su energía prometen un futuro distinto e inagotable.
Abundan los señorones con dinero y hay pompa y vestimenta, y Edison, el único a contracorriente, los puede despreciar, pero los necesita.
Westinghouse, en cambio, no desprecia al inventor, aunque desde luego lo intriga, pero si no es él, siempre puede haber otro.
La película no se conforma con los grandes nombres e intenta iluminar a más de alguien, porque los tiempos y sentimientos son confusos cuando se trata de reconocimiento y posteridad.
El relato no cuestiona la autoría de un invento y sigue la historia oficial, pero intenta iluminar a más de alguien, y son los personajes secundarios, entonces, los que le dan levadura y dimensión a la película.
Es una pequeña corte, un enjambre, acaso un panal con mieles diversas: dinero, arrogancia y amor, juego sucio, lealtad de colaboradores y tanto talento como miseria en porciones muy similares.
Marguerite (Katherine Waterston), la esposa del industrial, que nunca flaquea en su perfecta ambición.
Samuel Insull (Tom Holland), el secretario de Edison, joven, consejero y también inventor.
Nikola Tesla (Nicholas Hoult), un migrante serbio y hombre clave para las máquinas y la electricidad.
Franklin Pope (Stanley Townsend), el ingeniero viejo y trabajador que nunca abandona a Westinghouse.
John Pierpont Morgan (Matthew Macfadyen), un millonario, y hoy J.P. Morgan, es una gigantesca banca y empresa financiera.
El último de la fila es un desgraciado: William Kemmler (Conor McNeil), asesino confeso y primer condenado a morir en la silla eléctrica, y si fue con corriente alterna o continua, a estas alturas de la historia, ya poco importa.
“The current war”. EE.UU.-Rusia-Reino Unido, 2017. Director: Alfonso Gómez-Rejón. Con: Benedict Cumberbatch, Michael Shannon, Tom Holland.
108 minutos. Todo espectador +7. En cines.