El primer auxiliar técnico del fútbol fue la fotografía. Las imágenes, que valen más que mil palabras según se nos ha dicho siempre, ayudarían a decidir si en una jugada había falta o no. Eso se creía, porque la foto, invariablemente plana, no permitía discernir con exactitud. Sin profundidad y con un único punto de vista, la fotografía resultó apenas una referencia. Y ni eso.
Andando los años —entre nosotros, allá por mediados de los 60—, un nuevo recurso de la técnica fotográfica llegó “en ayuda” del fútbol: el “zoom”. Su gracia era y sigue siendo acercar el objeto enfocado de manera notable. Así, se terminarían las dudas respecto a una posición adelantada, por ejemplo, y se impusieron las fotos tomadas desde la tribuna para disipar dudas.
Tampoco sirvió, porque el acercamiento artificial de los objetos distorsiona la realidad de lo enfocado. Todos hemos podido comprobarlo. Una suela golpeando un empeine o una canilla puede estar, en la realidad, a varios centímetros de hacer contacto. Tampoco sirvió, aunque siguió siendo utilizado por los hinchas y comentaristas para sostener sus opiniones. Les servía para un fuera de juego, un golpe, una pelota golpeando por dentro o por fuera de la línea de gol.
No servía para nada concreto o reglamentario, pero sí para agregar un elemento a la discusión y a las dudas eternas. Para aquello que era el condimento esencial del fútbol, según Joao Havelange, el brasileño capo de la FIFA que llevó al fútbol a sus más altos niveles financieros y delictuales conocidos hasta entonces. Sin las dudas, del fútbol no quedaría nada. Y hay quienes siguen creyéndolo.
Para los espectadores, sin embargo, la idea de obtener justicia en la cancha siguió rondando por siempre. No parecía que resultados de competencias locales y hasta un Mundial se resolvieran por errores del árbitro. Un penal, un fuera de juego, una falta que merecía expulsión o una expulsión inmerecida, una tarjeta amarilla injustificada, una pelota que picó fuera o dentro de la línea de gol. ¿Por qué aceptar errores traducidos en injusticias? A fin de cuentas, estamos hablando de un deporte.
Desde la fotografía y el zoom llegamos a la actualidad, con tres fechas del VAR en nuestro campeonato. Claro, ¡el VAR! La respuesta a todas las preguntas, la certidumbre final ante las dudas históricas.
Pero no ha sido así. El balance de estas tres fechas no es del todo favorable a su instalación en Chile. Y en los países que nos antecedieron la discusión subsiste, aunque haya pasado la prueba de importantes torneos internacionales. Los ingleses, precavidos, rechazaron su implementación temprana para incorporarlo recién y con bastantes quejas: “¿qué le han hecho a nuestro juego?”, pregunta Gary Lineker. Otra voz: “No queremos que venga el VAR a intentar rearbitrar nuestros encuentros”. En Italia también hay reclamos: “No se sabe quién dirige, si el árbitro o el VAR”, según Carlo Ancelotti.
En fin, da para todo, precisando que en otros países (Francia, Alemania) las quejas son aisladas. Es decir, se trata de un proceso en curso y hay que darle tiempo. En algunos casos ha servido y en otros no. ¿Y sabe por qué? Es simple: porque las cámaras de la televisión, como las fotográficas con zoom y todo, tampoco dicen toda la verdad…