Ki Woo (Choi Wook Sik) no es estudiante, pero simula serlo y así se convierte en profesor de inglés de una niña rica, y por esa razón le dicen Kevin.
Su hermana Ki Jung (Park So Dam), porque es fácil falsear e imprimir títulos de universidades extranjeras, simula ser terapeuta y profesora de arte de un niño rico que admira a los sioux y comanches, y así es como se convierte en Jessica, que nunca estudió en un lugar que no ha pisado: Illinois.
Kevin y Jessica son los hijos de Kim Ki Taek (Song Hang Ho), que tuvo una pastelería, trabajó en los pollos y en todo le fue mal, y de Kim Ching (Jang Hye Jin), que lamenta la mala señal de wifi en el piso bajo donde viven, un subterráneo a ras de piso en un Seúl miserable, y su vista, desde esas alturas tan bajas, son las vergüenzas y micción de un pobre diablo que está por debajo de ellos, porque siempre hay alguien así.
Jessica y Kevin, para que nadie se confunda, son buenos hijos y no les falta el ingenio y la picardía que nacen con el hambre y la necesidad, desde el Siglo de Oro español, con Tormes y su lazarillo y con ganapanes como el Guzmán de Alfarache, porque “Parásitos” contiene la materia de la obra clásica y perenne con dos eternos protagonistas: los ricos y los pobres.
Lejos del barro y tan cerca del wifi, en otras palabras, distantes de la miseria y casi en el cielo de Seúl, vive la familia Park, donde él es gerente general y un hombre elegante y seguro, su mujer hace juego con la casa, la hija estudia inglés con el tal Kevin y el hijo, el que quiere ser indio, con la tal Jessica.
Kevin y Jessica consiguen que su padre se convierta en chofer de la familia rica y su madre, en ama de llaves de los Park, y así es como el grupo familiar se emplea en una casa del barrio alto y además maravillosa que construyó el afamado arquitecto Namgoong.
Ellos son, entonces, los protagonistas del título: es la familia Taek que invade a la familia Park, pero no está todo dicho, porque “Parásitos” destila humor negro y sarcasmo, pero necesita algo más: acaso elementos del teatro de absurdo y de esa realidad que es increíble, pero cierta.
Y aún no está todo dicho, porque es el Siglo de Oro español en el siglo XXI, con diferencias sociales abismales, lucha de clases con encierro y cuartel, y son las postales del capitalismo universal.
El joven Kevin, más de una vez, habla de metáforas y de las cosas que son metáforas.
“Parásitos” es una película, qué duda cabe, y muy premiada por añadidura.
Y lo peor es que no es metáfora, podrá ser delirante y cruenta, descarnada y estremecedora, pero no hay metáfora alguna.
Es el modelo de ahora, triunfante y textual, con sus protagonistas: los de arriba, los de abajo y un sistema cruzado por muros, alarmas y líneas impenetrables.
En ocasiones algo se cuela y traspasa las barreras, nada ideológico ni perecedero, sino algo más natural, algo tan humano como el olor y el sudor.
“Gisaengchung”. Corea del Sur, 2019. Director: Bong Joon Ho. Con: Song Kang Ho, Choi Woo Sik, Jo Yeo Jung. 132 minutos.