Me disgustó cuando la socióloga argentina Dora Barrancos, ante una pregunta de la periodista Mónica Rincón sobre la posibilidad del diálogo y la tolerancia, gritó: “¡‘Tolerancia' es una palabra nociva! ¡Debe ser erradicada!”.
Más me disgustó que recibiera un aplauso de parte del público.
Recordé a mis amigos masones, para quienes tolerar resulta central. Me consolé después: no es la experiencia argentina un buen nutritivo.
Eso ocurrió en el episodio “Desafiar”, del Congreso Futuro, ayer. Los organizadores armaron un programa dando más espacio a las ciencias sociales y las humanidades.
En “Desafiar”, la socióloga peruana Lucía Dammert propuso a los chilenos, uno, redefinir la autoridad para que no amenace la vida; dos, reformar la policía, con control civil; tres, desafiar la política, cambiando cómo se organiza la sociedad y la seguridad de tal modo que cada uno cambie y, también, cambie su relación con los demás.
El historiador social Gabriel Salazar, Premio Nacional de Historia, concluyó su presentación: “O somos soberanos, o no podremos resolver problemas históricos que nos persiguen desde tiempos inmemoriales”. El historiador social es un militante, dijo, e hizo un paneo por nuestra historia. Un recorrido no de organizaciones y personajes. Señaló un vacío en nuestro relato histórico: no hemos construido la historia del mestizaje, que se transformó en el “roto” y en el “vándalo”.
Fernando Pairicán, historiador chileno, abrió nuestros ojos al pueblo mapuche, que ha vivido entre la represión estatal y la asimilación cultural. Explicó por qué no hay un único representante del pueblo mapuche: su sistema de resolución de los conflictos es un proceso, un camino: la conversación entre muchos para responder con pluralidad. Un aporte.
“Si el diálogo es invitar a algunos ‘otros' a conversar, estamos perdidos”, declaró Lucía Dammert en su segunda intervención. Alabó los diálogos más horizontales, no los que convoca quien tiene el poder.
Salazar intervino: “Nos importa el otro”. Citó a H. Arendt: “El poder no consiste en tomárselo, sino en reunirnos a deliberar entre nosotros”.
Los interlocutores no se desafiaron entre ellos, parecían estar básicamente de acuerdo. Espero que aparezcan eventos donde el debate y el desafío se conviertan de verdad en diálogo. Necesito aprender cómo.