“Espero que todos estén trabajando allá en el laboratorio”, dijo en broma el Dr. Nicholas Katsanis, genetista, durante su charla en el Congreso Futuro. Y saludó a la cámara que estaba transmitiéndola a miles o tal vez millones de personas. Sentados en el Teatro Oriente, escuchábamos unos 250; la mayoría, jóvenes.
El Dr. Katsanis estudió en el University College de Londres, una entidad con vocación global.
Lloró cuando se logró secuenciar el genoma humano, en 2001, dijo. Participó en el proyecto, durante su posgrado en genética.
Habló de su proyecto: atacar las enfermedades “raras”, que son unas 10 mil, y afectan a unos 400 millones en el mundo. Más sus familiares y cuidadores.
Dada su experiencia, el Dr. Katsanis advierte sobre el peligro de los matrimonios entre parientes, invitan problemas genéticos en su descendencia.
Se enfoca en las causas genéticas y moleculares, y desarrolla terapias innovadoras. Entre las enfermedades “raras” están la hemofilia adquirida, el síndrome de Aarskog, Amiloidosis, Papilitis, Enfisema congénito, el síndrome de Down…
Antes se tardaba de 5 a 7 años para el diagnóstico molecular de estos males, hoy, con las herramientas de genética, se alcanza en días. Antes, la muerte era el destino; hoy, la prolongación de la vida.
Combinando biología y genética, se logra diseñar costosas drogas que atacan varias de estas enfermedades raras. Para llevar la salud a todos, dice, un fondo mutuo debería financiar la investigación; si alcanza resultados, surgen utilidades para el fondo. “Sueñen en el futuro”, les dijo a los jóvenes, “pero tengan los pies en la Tierra y sean prácticos para encontrar cómo alcanzarlo”.
Otro innovador en salud, el Dr. John Cryan, de la universidad College Cork, Irlanda, donde dirige el Departamento de Anatómica y Neurociencia. Da una cifra, el cerebro adulto puede pesar 1,3 kg, lo mismo que el total de microbios que habitan en nuestro organismo, especialmente en nuestras tripas.
El nervio vago, entre otros, conecta cerebro y estómago. Lo que comemos afecta nuestro estado emocional. El Dr. Cryan descubre “sicobióticos”, alimentos que sirven para mejorar estados mentales. Las alcachofas, por ejemplo.
Nuestra microbiota, dice el Dr. Cryan, es maravillosa. Incluso propone inyectar fecas de una persona sana en un enfermo, para trasplantar así los microbios buenos del sano para que mejore el cuerpo del otro.
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