Señor Director:

La noticia de la extradición a Chile de Mauricio Hernández Norambuena, alias el “comandante Ramiro”, del FPMR autónomo, trae de vuelta a uno de los condenados por la justicia que fueron rescatados desde la Cárcel de Alta Seguridad (CAS) el 30 de diciembre de 1996. Se trató de una operacion aérea que la prensa denominó como “La fuga del siglo”. De modo que su inminente traslado a un recinto carcelario chileno, eventualmente la propia CAS, solo viene a poner las cosas en su lugar.

Es el resultado de un proceso judicial y también de los deseos expresados en su momento por su familia, dadas las condiciones “inhumanas” de las cárceles brasileñas en las cuales ha estado recluido. Llama la atención este punto, pues en el año 1994 la comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados, por la unanimidad de sus miembros, tipificó a la Cárcel de Alta Seguridad como un recinto con características que iban en “contra de los derechos humanos de los condenados”, dando con ello la razón a las protestas de las voceras de los presos —entre ellas Lorena Astorga, pareja de “Ramiro”—, a quienes la comisión de Derechos Humanos recibió y escuchó antes de recibir a la ministra de Justicia de la época y a mí en condición de director de Gendarmería, a quienes se recibió ya con un juicio (pre) formado, si se atiende lo declarado por las propias voceras, que manifestaron su satisfacción por la recepción de la comisión.

La resolución de la comisión de DD.HH. significó sucesivos cambios en el régimen, lo que facilitó la planificación del rescate aéreo. A la luz de los hechos que han rodeado el regreso del comandante Ramiro, al parecer no era tal la presunta inhumanidad de la CAS.

Claudio Martínez
Exdirector de Gendarmería