Señor Director:

Esta semana, el Mineduc dio cuenta del estado de avance de la implementación del nuevo sistema de educación pública. Valoramos que exista este espacio para que el país conozca, a través de las comisiones de Educación de la Cámara y del Senado, el avance de una política de Estado fundamental para la construcción de la sociedad que queremos. Sin embargo, nos preocupa que -frente al cambio estructural más grande que ha vivido la educación chilena en los últimos 20 años- la evaluación se haya centrado en una descripción de acciones.

Creemos que es esencial una reflexión contundente sobre lo realizado y los desafíos pendientes respecto de las necesidades urgentes de las comunidades educativas. El éxito de la Nueva Educación Pública (NEP) se juega en las personas, en la promoción del fortalecimiento de sus capacidades y en la colaboración de los actores centrales y locales. Se trata de un cambio que sobrepasa el plano administrativo e implica desarrollar nuevos modelos territoriales para gestionar las escuelas, que resguarde la formación integral de los y las estudiantes.

La desmunicipalización es la piedra angular para impulsar la mejora y resolver, gradualmente, los graves problemas de gestión que se arrastran por años. Por lo tanto, es clave que el Gobierno apoye la implementación de la ley, dé confianza a las comunidades y ponga los recursos necesarios para resolver las dificultades que naturalmente surgen en un proceso de esta complejidad.

Como país debemos reafirmar nuestro compromiso con el fortalecimiento de la educación pública y en ello no hay espacio para restarse. Más allá de las legítimas diferencias que puedan tener los gobiernos, mejorar la calidad de la educación pública en Chile es un deber moral de Estado y una de las principales prioridades educativas para hoy y el largo plazo.

Alejandra Arratia Martínez
Directora ejecutiva de Educación 2020