Señor Director:

Primero fue el ataque de la izquierda a la educación particular subvencionada, luego a las universidades privadas, para seguir ahora con las instituciones médicas cristianas y las residencias colaboradoras del Sename.

En todos estos casos se ha apuntado a las deficiencias de los sectores privados y de la sociedad civil, pero sin la más mínima autocrítica respecto de la operación del Estado, al que se sacraliza, imaginándolo como un dios político omnipotente y amoroso, cuya bondad es limitada por la presencia de otras instituciones.

En todos estos casos, también, la prioridad de la izquierda ha sido hacer puntos ideológicos a costa de los sectores más desprotegidos de nuestra sociedad, sacrificándolos en el altar de este dios mortal.

¿Cuándo se volvió lo mismo ser de izquierda que pretender expulsar a los privados y la sociedad civil del espacio público? ¿Cuándo se apagaron en este sector político las visiones pluralistas de lo público que se forjaron en los tiempos en que el aparato estatal los perseguía, y su único refugio fueron justamente esas instituciones? ¿Cuándo el compromiso con los más desposeídos fue cambiado por un compromiso con la expansión irreflexiva del Estado, aun a costa de ellos? Es urgente que la centroizquierda, si quiere volver a gobernar, se haga estas preguntas.

Pablo Ortúzar Madrid
Investigador Instituto de Estudios de la Sociedad (IES)