Señor Director:
La desprolijidad en la elaboración y aprobación de la nueva Ley de Educación Superior, promulgada en marzo recién pasado, ha generado un fuerte impacto en todo el sistema de educación superior e incluso el aspecto más discutido continúa aún en debate: me refiero al financiamiento. Se trata de un tema urgente, que requiere de un diálogo honesto y transparente y de definiciones claras de la actual autoridad que, si bien no es responsable de la génesis de esta ley, tiene el mandato de aplicarla y, de ser necesario, de perfeccionarla.
Las universidades convocadas a la gratuidad, buscando ser coherentes con nuestras misiones y propósitos, tomamos la decisión de ingresar o no a esta política entendiendo que ninguna de las dos opciones era simple. Ambas posibilidades tenían, y continúan teniendo, luces y sombras, siendo aún precipitado aventurar el impacto que cualquiera de ellas tendrá en nuestras universidades y en su desarrollo futuro.
En nuestro caso, ha primado el ser coherentes con nuestros valores institucionales, los cuales apuntan a la formación integral de personas y de una comunidad comprometida con el bien común. Adscribimos a ella en el convencimiento de avanzar en la construcción de una universidad más inclusiva, favoreciendo el encuentro de jóvenes provenientes de distintas realidades educativas, socioeconómicas y culturales para que valoren y maduren conjuntamente el sueño de un Chile mejor y más fraterno. La diversidad de nuestro alumnado es hoy parte fundamental de nuestra riqueza formativa y académica.
He de señalar que temas tan fundamentales como la calidad y la pertinencia de la educación superior chilena, hasta el día de hoy, siguen sin tener una respuesta clara a nivel país. La nueva ley no responde a estos desafíos, y es más, podría llegar incluso a alejarnos de ellos bajo una carga burocrática enorme. Hemos perdido tiempo y recursos valiosos y resulta, por lo mismo, urgente que la autoridad retome la agenda de desarrollo de la educación superior y lo haga en diálogo constructivo con todos los actores, sin los sesgos ideológicos que tiñeron el debate en la administración pasada.
Reconstruir confianzas, forjar alianzas y buscar consensos es una tarea difícil; sin embargo, es el único camino para avanzar en el desarrollo del país y forjar una paz social duradera.
Cristian Nazer
Rector
Universidad Finis Terrae