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Cartas
Miércoles 07 de marzo de 2018
Una Constitución de última hora
Señor Director:
El Gobierno se despide enviando un proyecto de ley que propone una nueva Constitución. Uno de los impulsos políticos más relevantes que tuvo la elección de Michelle Bachelet en 2013, la idea de que Chile requería "una nueva Constitución nacida en democracia", ha terminado en un ejercicio deslavado de autosuficiencia que entusiasmará más a las consultoras constituyentes internacionales y la OCDE que al pueblo soberano.
El contenido de los ciento treinta y tres artículos es de interés y requiere atención por parte de especialistas e interesados. Destaca la eliminación de quórums supramayoritarios para las leyes, salvo las de reforma constitucional (art. 67), y la introducción de un mecanismo de iniciativa ciudadana de ley, que, bajo ciertas condiciones, permitiría fortalecer la democracia (art. 66), así como la eliminación del control preventivo del Tribunal Constitucional (art. 94). No es sorpresivo que se busque expandir el catálogo de derechos; aunque sí lo es la ampliación del recurso judicial para reclamar por todos los derechos, incluidos los derechos sociales, lo que será fuertemente resistido (art. 20). Tampoco debe sorprender el reconocimiento a los pueblos indígenas (art. 5), medida que lleva más de diez años sometida a discusión del Congreso. En general, el texto sigue la estructura de la Constitución vigente.
Sin embargo, más allá de los contenidos, se ha desperdiciado el momento constituyente. Lo que importaba era, ante todo, las formas, esto es, el proceso mismo. El propio mensaje así lo reconoce, cuando señala que "el centro de la discusión constituyente actual debe ser la forma en que la sociedad pretende darse un ordenamiento del poder político". Los contenidos del texto reflejan lo que el gobierno saliente ha recogido del proceso participativo; ello es importante, sin duda, pero llega demasiado tarde, especialmente si se considera que la actual oposición será la que maneje la tramitación legislativa durante los próximos cuatro años. Haber movilizado a cientos de miles de personas, tanto en Chile como el extranjero, invitándolos a deliberar sobre una nueva Constitución, para terminar enviando una síntesis de contenidos, a días de finalizar el gobierno, está muy lejos de lo que pudo ser el proceso constituyente.
Chile se merece una nueva Constitución, no un proyecto de ley de última hora.
Jorge Contesse Singh
Profesor de Derecho Rutgers University