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Editorial
Sábado 06 de febrero de 2016
Mercado bursátil y pensiones
Malos han sido los resultados de los mercados accionarios en el mundo en lo que va de 2016. La situación ha golpeado la rentabilidad de los distintos fondos de pensiones. Sin embargo, esta coyuntura no debe afectar el debate de largo plazo en cuanto al mejoramiento del exitoso modelo de pensiones chileno.
Las primeras semanas de 2016 han sido negativas para los mercados bursátiles internacionales. Por ejemplo, durante enero, en Estados Unidos, el índice industrial Dow Jones tuvo una caída de 5,5%; el S&P, un descenso del 5,08%, y el índice tecnológico Nasdaq, un desplome de 7,86%. La situación no fue distinta en Europa. El FTSE de Milán se derrumbó 12,89%, el Dax de Fráncfort cayó 8,8%, el CAC 40 francés descendió 4,75%, y el FTSE de Londres sufrió una baja de 2,54%.
La abrupta caída en el precio del petróleo -75% desde mediados de 2014-, las dudas respecto del potencial de China de mantener sus altos niveles de crecimiento económico y su impacto sobre el precio de las materias primas, la persistente incertidumbre generada por las inestabilidades económicas y políticas en miembros de la Comunidad Europea, las expectativas en torno al término de la expansiva política monetaria por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos, han sido algunos de los factores que explican la volatilidad y el pesimismo en los mercados.
Y si bien en América Latina algunas de las pérdidas que caracterizaron las primeras semanas del año se han revertido (por ejemplo, el Bovespa brasileño cayó 30%, para luego recuperarse hasta alcanzar valores cercanos a los observados en los últimos días de diciembre), en Chile el principal índice bursátil, el IPSA, sufrió una baja de 2,37% durante enero (con solo nueve de las 40 acciones que lo integran aumentando su valor), acumulando una caída cercana al 1,3% en lo que va del año.
Lamentablemente, este magro desempeño local no es una sorpresa. La situación se arrastra desde hace ya un tiempo: en doce meses el IPSA ha caído 6,7%, y más de 20% desde mayo de 2011. De ahí el consenso técnico en torno a la necesidad de dinamizar la competencia en este mercado fuertemente influenciado por las decisiones de inversión de las Administradoras de Fondos de Pensiones, mejorar la institucionalidad a través de una modernización de la Superintendencia de Valores y Seguros, y generar incentivos tributarios para promover la entrada de empresas que coticen en bolsa.
La ausencia de iniciativas en estas líneas, sumada a la fuerte caída del cobre, los recientes casos de abusos y colusión, el diseño e implementación de improvisadas políticas económicas, y las pobres expectativas de crecimiento de corto y mediano plazo de la economía chilena, han afectado el interés de los inversionistas internacionales y domésticos en acciones locales.
Las consecuencias del magro desempeño del mercado accionario nacional e internacional han sido directas sobre los distintos fondos de pensiones chilenos. Según cifras de la Superintendencia de Pensiones, cuatro de los cinco fondos anotaron pérdidas en enero en relación con diciembre. El Fondo A rentó -6,02%, el B -3,91%, el C -2,05%, y el fondo D cayó 0,53%. Por su parte, el Fondo E subió solamente 0,71%. Esto ha generado natural preocupación, sobre todo en un contexto de desinformación que contamina la discusión en materia previsional.
Pero más allá de los malos resultados de corto plazo de los fondos, que por cierto requieren atención, lo importante es mantener las perspectivas respecto de la rentabilidad real histórica del sistema.
Pensiones en perspectiva
En este sentido, vale la pena primero recordar que el objetivo del actual sistema de pensiones es múltiple. Por una parte, busca aumentar el valor esperado de las pensiones generadas por el ahorro individual, a través de un mejor ajuste de la relación riesgo-rentabilidad y el horizonte de inversión del afiliado, blindando además las cuentas individuales del natural apetito del Estado de utilizar estos recursos si fuere necesario (el caso argentino ilustra estos riesgos). Y a la fecha, el éxito es incuestionable: en promedio, para el período 1981-2014, la rentabilidad ha sido superior al 8% anual, cifra que casi dobla las expectativas existentes en los inicios del sistema. Y si bien los distintos fondos cerraron el 2015 con rentabilidades moderadas (A, 3,79%; B, 2,49%; C, 2,16%; D, 2,02%; y el E, 0,7%), estas sobrevivieron a las presiones de un escenario internacional extremadamente adverso.
Un segundo objetivo de nuestro sistema de pensiones es asegurar recursos suficientes para aquellos individuos que, por distintas razones, no tuvieron ahorros previsionales suficientes y así puedan asegurar una pensión digna para la vejez. El pilar solidario de nuestro sistema de pensiones, que está significando un gasto cercano al 0,7% del PIB (2013), tiene como principal objetivo esta función. Por cierto, si bien las pensiones no contributivas han significado un gran alivio para miles de chilenos, el informe final de la Comisión Presidencial sobre el Sistema de Pensiones fue claro en señalar que existe espacio para mejorarlo.
Existe consenso en cuanto a la necesidad de continuar modernizando nuestro sistema de pensiones. Pero el mal desempeño puntual de los distintos fondos no motiva tal agenda. Es de esperar que el comité de ministros a cargo de proponer iniciativas en esta materia sea inmune a los riesgos de improvisación y populismo que contaminan el debate en este ámbito. Eso permitiría abordar el tema previsional con una visión de largo plazo, evitando transformarlo en un punto de la campaña presidencial.