Señor Director:
En el editorial de su diario "
Educación: avanzar, no retroceder", publicado el día de ayer, se hace referencia a que terminar con el financiamiento compartido sería "una nivelación hacia abajo" y se transformaría en una "pérdida de la libertad de escoger para miles de familias". Me gustaría precisar que la eliminación del financiamiento compartido no busca reducir la libertad y calidad, sino justamente lo contrario, y la evidencia empírica así lo refleja.
Los estudios que se han realizado para el caso chileno por investigadores como Gregory Elacqua, Cristian Bellei, Juan Pablo Valenzuela, Danae de los Ríos, entre otros, muestran que el financiamiento compartido no aporta en calidad y sí genera segregación. Inclusive la segregación escolar es mayor que la segregación urbana, lo que tiene entre sus causas este nefasto mecanismo de financiamiento. Esto es de suma importancia cuando consideramos que Chile, según los resultados entregados por la OCDE en el informe PISA 2009, se ubica en la segunda posición a nivel mundial en los índices de segregación escolar.
Por otro lado, esta política pública fija al dinero como un factor determinante para poder entrar a un establecimiento. Que el dinero esté vinculado con la posibilidad de que la persona pueda acceder a ese derecho va en contra de la misma "libertad" que pregonan quienes defienden este modelo. La supuesta libertad de una familia de pagar financiamiento compartido se convierte en "prohibición de libertad" para quienes no pueden costear ese monto, y profundiza la idea (que han defendido este gobierno y sus candidatos de continuidad) de entender la educación como un privilegio.
Nuestra búsqueda por lograr gratuidad universal y también terminar con el financiamiento compartido parte de la base de que el dinero no se vincule con la posibilidad de los ciudadanos de ejercer el derecho a educación. Terminar con el financiamiento compartido no puede ser nivelando hacia abajo, sino aumentando los recursos a la institución donde la elección del tipo de establecimiento no dependa de la capacidad de pago de la persona, como lo hacen en Bélgica y Holanda, por ejemplo. De todos nosotros depende construir un país donde el dinero no cree un sistema de castas, sino uno donde realmente cada persona pueda optar por la vida que quiera vivir.
Diego Vela GrauPresidente FEUC