María José Arancibia
Cuando hablamos de metaverso no podemos desconocer su origen en la literatura de ciencia ficción de Vernor Vinge y William Gibson, de los años 80, o en la conocida novela “Snow Crash” de Neal Stephenson, publicada en el año 1992. ¿Es el metaverso algo realmente nuevo?
La respuesta que podemos ofrecer nos muestra que si bien el metaverso tuvo sus primeros inicios en la literatura, luego tuvo una segunda etapa en los videojuegos, de una manera bastante básica, en aquellos programas en los cuales el jugador construye su propio mundo. Aquí encontramos Roblox, Minecraft, Fortnite y algunos más antiguos como Second Life. Por lo tanto, contestando la pregunta, debemos decir que no es tan nuevo como se piensa.
Hoy en día, el metaverso se ha mantenido como un mundo virtual inmersivo, que se ha ido expandiendo más allá de los videojuegos y es utilizado para trabajo, entretenimiento o reuniones, por ejemplo.
Su base es que es un mundo virtual o un grupo de mundos virtuales, dependiendo de la plataforma, de las cuales la más conocida es Decentraland. Estas plataformas hacen que se pase al siguiente nivel de internet y de las redes sociales, pues confluyen la vida real y la vida digital o virtual, logrando replicar el mundo real en este entorno virtual, en donde podrán interactuar y realizar transacciones.
Para ejecutar estas actividades quienes se inscriban en dichos mundos deben crear avatares —una imagen “dibujada” de nosotros mismos— y por medio de estos pueden caminar, pasear, ir a conciertos, vender y comprar. ¿Cómo? Utilizando criptoactivos.
Dentro de esta categoría, un activo digital del cual se ha hablado bastante en el último tiempo —para bien y para mal— son los NFT (non fungible tokens), certificados digitales que permiten acreditar que cierto objeto digital pertenece a cierta persona, lo que no es sinónimo de que esa persona sea el autor intelectual de la obra (tema que trataremos en una columna futura).
La comercialización de NFT tampoco es algo nuevo, pues en el año 2019 en The Sims la marca Moschino vendió por la suma de US$10.000 su primer NFT (sin saberlo).
Hoy en día, los NFT han provocado problemas en materia de propiedad intelectual, como es el caso de lo ocurrido entre Nike y Stockx. Este último lanzó una serie de NFT de zapatillas Nike y esto provocó que la empresa percibiera sus derechos vulnerados y decidiera demandar por infracción de marca comercial.
En esta misma situación encontramos a la marca de lujo Hermès, la cual demandó a Mason Rothschild, quien creó más de 100 NFT inspirados en la famosa cartera de Hermès, Birkin. El conflicto se tradujo en procesos por infracción marcaria comercial, competencia desleal y cibersquatting.
En este caso en particular, Hermès tiene registrado su bolso como marca tridimensional, que además cubre al trade dress. Respecto de la competencia desleal, la demandante ha sostenido que estos NFT hacen creer al público que se trata de sus productos o bien que estos NFT son una colaboración, cuando no lo son. En tanto, el cibersquatting, argumento empleado en nombres de dominio, fue la consecuencia de haber registrado metabirkins.com y usar dicho nombre en redes sociales. Todo lo anterior, a juicio de Hermès, no solo daña a la empresa, sino que perjudica al consumidor, pues lo hace creer que se trata de la marca original.
Pues bien, al analizar los peligros que estos mundos virtuales pueden generar —al igual que en el mundo real—, algunas de las empresas dedicadas al rubro de la moda han decidido tener una aproximación preventiva. Tal es el caso de Zara, quien en colaboración con Ader Error lanzaron una colección de ropa y maquillaje para los avatares, reflejando con ello que el metaverso ya es reconocido como una nueva plataforma para hacer negocios.
El metaverso resulta ser una plataforma por medio de la cual la propiedad intelectual se encuentra igualmente vulnerable y no es suficiente que las empresas registren sus marcas para la clase que corresponda, sino que, con una visión de negocio, deberían registrarlas de manera tal que queden protegidas en el mundo digital. Igualmente importante para la industria es instalarse en estas plataformas y así marcar presencia con activos digitales. Nike ya lo hizo: se asoció con Roblox para crear Nikeland, un lugar donde los usuarios pueden conectarse, adquirir productos y crear nuevos objetos. Ello no evita las infracciones, pero permite estar ahí, comprender el fenómeno y participar en el negocio.
Dejamos levantado el punto: ¿quién es titular de la nueva creación?

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