La economía de EE.UU. vive un auge no visto desde hace mucho tiempo. Alentada por la constancia de firmes indicadores económicos, la Reserva Federal vibra de optimismo y anticipa un aumento de las tasas de interés hasta bien entrado el próximo año. Y por si esto fuera poco, el presidente estadounidense redobla su enérgico ataque contra las prácticas comerciales de China. Los éxitos ante México y Canadá suponen un nuevo impulso en el preciso momento previo a las cruciales elecciones de media legislatura.
Pero la alegría de unos es la tristeza de otros. La verdad de esta máxima queda claramente patente en la dispar evolución de los mercados bursátiles. Mientras que EE.UU. alcanza niveles tan elevados como nunca, el resto del mundo más bien se tambalea. El fondo del ranking lo conforman los mercados emergentes. Pese a los buenos resultados económicos, muchos de estos países sufren de crecientes fugas de capitales. No obstante, ya comienzan a observarse algunas oportunidades en estas naciones.
Es que, si bien este ha sido un año excepcional para Estados Unidos, no hay que olvidar que gran parte de la actual bonanza se debe a las ventajas fiscales. Diversos indicios apuntan a la ralentización de la actividad económica para el año que viene. Los primeros signos ya se observan en el mercado inmobiliario y en el correspondiente sector de la construcción, así como en el consumo y particularmente en la compra de automóviles. Aunque por ahora considerada como un aspecto secundario, la hoy acelerada tasa de endeudamiento del Estado, de las empresas y de los consumidores no tardará en dar lugar a interrogantes.
Los flujos financieros hacia y desde los mercados emergentes son muy sensibles a los cambios en las previsiones sobre el dólar estadounidense y sus tasas de interés. La fortaleza del dólar no durará mucho. Dadas las incipientes señales de desaceleración, la Reserva Federal se verá obligada a pisar un poco del freno, evitando así que se sumen las aprensiones sobre las tasas de interés. Se trata de buenos augurios para los mercados emergentes y sus divisas.
Además, los últimos informes procedentes de China en materia de medidas estimulantes adicionales suponen puntos a favor. China dispone de un arsenal lo suficientemente vasto como para contrarrestar un retroceso acelerado de la economía. Este aspecto es esencial, no solo para este país, sino también en particular para el componente interno de las economías asiáticas.
Una serie de mercados bursátiles de los países emergentes registra puntos que no están muy lejos de los bajísimos niveles de 2015. Esto pese a un sólido crecimiento en los beneficios, medido en moneda local. Nuestra preferencia, en este sentido, se decanta por la región asiática. Mucho se ha cavilado en lo negativo, muchos han sido los recursos financieros desinvertidos. Es hora de subir una marcha.