La visión que Mao tuvo una vez de una China emergente no parece hacerse realidad, al menos en el mercado de acciones. Mientras que el mercado norteamericano tiende a rozar récords históricos, las acciones chinas se ven castigadas. ¡Un viento gélido sopla desde Occidente!
El ascenso económico y tecnológico de China es indiscutible. Como también lo es su creciente influencia política, la que desde la perspectiva de EE.UU. ciertamente ha dejado de ser aceptable. Las medidas basadas en las alzas de aranceles de importación son muy controvertidas desde el punto de vista económico y es poco probable que produzcan un cambio en los planes de largo plazo de China. Más bien parece tratarse de cálculos políticos a corto plazo dado que en noviembre se realizan elecciones a la Cámara de Representantes de los EE.UU. Los aranceles contra los "chicos malos" podrían ser un medio sencillo para continuar asegurándose el favor del electorado.
El comportamiento conservador chino refleja prudencia, aunque también es testimonio de un arsenal más bien limitado de recursos adecuados para ofrecer resistencia, dado que el comercio exterior tiene una enorme importancia. De ahí que sea de enorme interés una desescalada en la mayor medida posible. ¿Es China la perdedora en este combate?.
No faltan las frecuentes analogías con 2015, cuando los temores hacia China estuvieron en lo más alto y su moneda se debilitó abruptamente. La comparación hoy no cuadra dado que China, hasta la fecha y en contraste con 2015, no registra salidas de capital, lo cual prueba la confianza que se tiene en la economía del país. Toda una serie de indicadores coyunturales, tales como las cifras del mercado inmobiliario, permanecen estables. En comparación con hace tres años, las utilidades empresariales tienden al alza, sin que se observen significativas recompras cosméticas de acciones.
China continúa centrándose en los objetivos de largo plazo. Las medidas a corto plazo tienen por finalidad la estabilidad económica. De hecho, en las últimas semanas ha relajado su política monetaria y fiscal a fin de paliar cualquier impacto negativo de los aranceles en su economía. Se trata sin embargo, de instrumentos moderados que no socavan el objetivo declarado de una estabilidad financiera a largo plazo, lo que entrega un claro mensaje positivo.
Sin embargo, desde principios de año el mercado bursátil chino ha registrado una pérdida de casi un 20%. Diversos parámetros de valoración, como la tasa precio-utilidad o el valor libro, ya no están muy lejos de los bajísimos niveles de 2014. Numerosas empresas, con poca o nula afinidad con el comercio exterior, se han visto afectadas. Esto supone una ocasión propicia para que los inversionistas en el mercado bursátil dirijan su atención hacia China. No es posible que una guerra comercial se convierta en un objetivo y toda escalada de parte de EE.UU. puede ser, políticamente, también contraproducente para Trump, en vista de que el mundo empresarial estadounidense ya ha manifestado su inquietud en este sentido y ciertamente no tiene la menor intención de ver frustrado el acceso al lucrativo mercado chino. La estrategia prudente de China será fructífera y los inversionistas podrán disfrutar de una cálida brisa de Oriente.