Hasta hace unos años existía consenso en la industria del avellano europeo de que avanzar en el desarrollo y uso de portainjertos no era prioritario, debido a que las necesidades del sector, que por ese entonces estaba en pañales, apuntaban en otra dirección. Sin embargo, con el paso del tiempo, esa visión ha ido cambiando. De hecho, hoy son muchos los que ven en este tema una buena alternativa para consolidar el crecimiento de esta industria en Chile.
"Avanzar en esto nos permitiría ayudar a la industria en un montón de temas como la densificación de los huertos y facilitar y hacer más baratos los manejos. Todo esto pensando en que aún tenemos para crecer tranquilamente en unas 50.000 hectáreas de superficie", afirma Gabriel Aguilar, asesor experto en avellanos europeos.
No obstante, los expertos concuerdan en que avanzar en este objetivo no será fácil, debido a que el desarrollo o la incorporación de portainjertos, al igual como ocurre con las nuevas variedades, implica un camino largo y lleno de desafíos.
"Hay que realizar pruebas por muchos años -por lo menos ocho-, hasta que las plantas estén produciendo. Como asesor, antes de recomendar a un productor usar algún patrón, tengo que cerciorarme de que funciona bien", afirma Jean Paul Joublan, asesor experto en frutos secos.
Según los especialistas, llegar y utilizar un portainjerto que no esté validado en una zona y bajo condiciones particulares es de alto riesgo.
"En avellanos, al igual como ocurre en otros frutales, al usar determinados portainjertos se puede generar una incompatibilidad diferida que lleva a las plantas a la muerte. Así, en el camino todo parece ir bien, pero al quinto año todo cambia y la planta se muere", señala Gabriel Aguilar.
Modernizar el cultivo
Para los expertos es vital que los portainjertos que se desarrollen o se traigan a Chile sean herramientas que aporten a la modernización de la industria del avellano europeo, es decir que ayuden a solucionar problemas que afectan a la producción local. Por ejemplo, es importante que los patrones que se usen tengan entre sus características la baja o nula emisión de sierpes.
"Contar con una planta que no emita sierpes facilitaría mucho el manejo, ya que no habría que estar controlándolas de forma permanente, lo que a su vez significa un ahorro importante en los costos operacionales", indica Jean Paul Joublan.
Para Gabriel Aguilar, otra meta de usar portainjertos es tener plantas con menor vigor, es decir, más pequeñas, lo que a su vez permitirá aumentar la densidad de plantación y reducir la poda y el uso de hormonas, entre otras cosas.
Cabe destacar que las plantaciones establecidas en Chile en marcos dinámicos de alta densidad no han cumplido con las expectativas y han debido ser modificados, debido a que al usar plantas autoerradicadas, que son las que se comercializan mayoritariamente hoy en el mercado, los huertos deben ser intervenidos a los 10-12 años, sacando planta por medio. Esto ocurre porque las plantas comienzan a competir entre ellas y se produce sombreamiento, entre otras cosas. Así, la alta densidad fracasa.
El uso de portainjertos en avellanos europeos también debería apuntar a conseguir una floración más compacta y una cosecha un poco más temprana, con el fin de alejarla de las lluvias.
"También sería interesante tener patrones resistentes a enfermedades de suelo y excesos de humedad, que permitan lograr una producción más alta -20% o 30% mejor- y más homogénea", sostiene Jean Paul Joublan.
Por su parte, Miguel Ellena, investigador del INIA Carillanca, comenta que lo ideal es que los nuevos materiales que surjan sean capaces de adaptarse a los nuevos escenarios que genera la variabilidad climática en Chile y en otras zonas productoras del mundo.
"Aquí se ven eventos climáticos con temperaturas extremas: frío en primavera con daños en estados fenológicos críticos como brotación y cuaja y temperaturas altas en verano con exceso de radiación y baja humedad relativa que afectan significativamente el follaje con quemado de hojas, caída prematura de hojas en variedades más susceptibles, aborto prematuro de amentos y menor actividad fotosintética. Y en allí los portainjertos tienen mucho que decir", asegura.
La escasa oferta
A pesar del entusiasmo que muestra parte de la industria en este tema, la oferta actual de portainjertos en el mundo es bastante limitada, lo que se relaciona con los escasos trabajos de investigación que existen.
"De todas maneras, en el mundo, especialmente en algunos países del este de Europa, se están utilizando portainjertos pero de otra especie, que no son derivados de avellano europeo", indica Miguel Ellena.
De hecho, Ellena comenta que hay una empresa chilena, cuyo nombre prefiere mantener en reserva, que ha introducido materiales de este tipo al país, los cuales serán lanzados al mercado en tres años más.
"Entre las ventajas de estos materiales, que fueron evaluados en el exterior, se aprecia una mayor adaptabilidad a condiciones de variabilidad climática. Estos materiales han presentado buena adaptabilidad a condiciones con mayor estrés hídrico y buen comportamiento. Se realizaron selecciones clonales de materiales uniformes y se están ajustando protocolos y estudios de compatibilidad para su multiplicación masiva, con el fin de poder ofrecer el nuevo producto a los productores de avellano del país", comenta.
Por su parte, Jean Paul Joublan cuenta que ha sabido que por estos días hay muchos productores europeos que están probando como portainjerto la especie Corylus colurna, que es distinta al avellano europeo.
"Esta especie no es un arbusto, sino que es un árbol, lo que implica, entre otras cosas, que no emite sierpes", afirma.
Respecto de la compatibilidad de este portainjerto con las diversas variedades que existen en el mundo, el experto señala que "esto es algo que recién se está estudiando, por lo que no hay mayores certezas".
Entre las opciones más clásicas de portainjertos para avellano europeo que existen en el mundo destacan Dundee y Newberg, dos híbridos (C. colurna y C. avellana) desarrollados por la Universidad de Corvallis de Oregon, en Estados Unidos, que se caracterizan por inferir vigor al cultivar, no emitir rebrotes (sierpes) y mantener una alta producción.
De ellos, Gabriel Aguilar resalta a Dundee, patrón que puede ser usado en cualquier variedad y que al ser liberado no debe pagar royalty.
"Lo vi en España, que es uno de los países que más avanza en este tema, y funciona súper bien, sobre todo en sus variedades que son Pauetet y Negret que tienen poco vigor", indica.
Sin embargo, el asesor dice que quizás esta no es la mejor opción para la realidad de Chile, ya que al ser de característica más arbóreo, tiene raíces más profundas, por lo que requerirá suelos más profundos.
"Esto va en contra de lo que se busca en Chile, donde en los últimos años la tendencia avanza a que la fruticultura, y especialmente los avellanos, utilice suelos de peor calidad, como los arroceros. Nosotros necesitamos la superficialidad de raíces", complementa.
Las opciones chilenas
En Chile también se están registrando avances en esta materia. De hecho, desde hace unos años el INIA y AgriChile-representantes de Ferrero en Chile, principal comprador del avellano europeo- vienen trabajando en el desarrollo de dos nuevos portainjertos llamados Selfe B y Selfe J.
Si bien estos todavía no han sido probados en campo, sí cuentan con datos de la experiencia in vitro, donde han demostrado adaptarse bien a las necesidades del cultivo, entregando una serie de ventajas, particularmente al trabajar con Tonda di Giffoni.
"Los portainjertos Selfe B y Selfe J buscan densificar los huertos, anticipar la entrada en producción y lograr mayor producción por unidad de superficie. Se encuentra recién en etapa de evaluación de su efecto sobre las variedades. En algunas ha presentado bajo prendimiento, aunque se requiere evaluar los materiales y disponer de resultados de varios años sobre su comportamiento", explica Miguel Ellena.
Según estimaciones realizadas a partir de pruebas in vitro en Tonda di Giffoni, estos portainjertos permitirían que la producción pase de los 2 mil a 3 mil kg/ha que se promedian normalmente, a los 4 o 5 mil kg/ha.
De igual forma, se espera que con estos patrones se pueda adelantar la entrada en producción de los huertos entre uno y dos años. De todas formas, esto debe ser validado en las pruebas de campo.
Miguel Ellena comenta que los próximos pasos de este trabajo es que Ferrero comience con estudios en Italia y Chile.
"Se realizarán estudios de compatibilidad con diferentes variedades y ensayos comparativos", comenta.