“La temporada dejó un mal sabor, porque nos hicimos expectativas mucho mayores, pensando que las ganancias por hectárea iban a ser muy parecidas al año anterior, pero el costo de producción subió fácilmente 40% y todo se complicó”, afirma Eric Saavedra, productor de trigo candeal de Teno.
De hecho, dice que si en un momento pensó sembrar 120 hectáreas debido a lo atractivo que se veía 2022, cuando notó que empezaba a dispararse el precio de la urea se arrepintió y solo sembró las 73 hectáreas que tenía previstas. Para este año pretende subir a 85 hectáreas.
“Los precios de los insumos han bajado y estoy tratando de negociar temprano para que no me pille una nueva alza, porque se ve que el dólar va repuntando”, dice Eric Saavedra.
El valor de los fertilizantes ha sido determinante para los cerealeros, ya que representan en torno al 70% del costo de producción en el caso del trigo candeal, que en Chile se cultiva para la elaboración de pastas, mediante contratos de compra del grano que establecen las industrias con los agricultores, fijando un precio mínimo garantizado.
El año pasado, junto con los aumentos de costos se registró una caída de los rendimientos en la zona sur, especialmente en las regiones de Ñuble y Biobío, por efectos climáticos como algunas heladas en la primavera y altas temperaturas en noviembre.
“La mayor afectación de los resultados estuvo en los rendimientos, no en los precios. El precio es una variable ultrarrelevante; sin embargo, no es lo mismo producir tres toneladas que ocho toneladas por hectárea”, explica Pedro Pablo Lagos, gerente agrícola y de commodities de Lucchetti, una de las dos empresas que compran trigo candeal en Chile.
En ese sentido, detalla que la tasa de recepción por hectárea contratada en zonas como Ñuble normalmente supera las seis toneladas, con productores que incluso alcanzan las nueve toneladas por hectárea, pero este año promediaron apenas cinco toneladas, mientras que en las regiones Metropolitana y de O’Higgins los resultados fueron muy distintos, por encima de los niveles históricos, alcanzando entre 5,8 a 6,2 toneladas.
“En términos de rendimientos históricos, hubo una caída de entre 7% y 12% en la última temporada en la tasa de recepción por hectárea, que en zonas como Ñuble tuvo una pérdida del orden del 20%”, asegura, y añade que el resultado fue sorpresivo, ya que es una zona que presenta menos volatilidad en los rendimientos de cada año.
Por eso, una de las lecciones que están anotando los agricultores e industrias para la temporada 2023 es cómo sacar adelante al cultivo frente a una mayor incertidumbre climática, sumada a los vaivenes del mercado internacional y del dólar.
Altas temperaturas
Las altas temperaturas que se registraron durante noviembre y diciembre, que en algunos días llegó a superar en 7 ºC a las de 2021en la misma época en zonas como Ñuble, incidieron con fuerza en los resultados del candeal, algo que se ha venido observando repetidamente en los últimos tres años y que repercutió de distintas maneras.
“En el caso de la zona centro norte, al estar más adelantado el desarrollo del cultivo, estos shocks térmicos permitieron acelerar el secado de la planta y, por ende, se observó un adelanto en la duración de la cosecha. En la zona centro sur, en tanto, el cultivo se encontraba en la etapa de llenado del grano, que es sensible a las variaciones térmicas, provocando mermas en el rendimiento”, explica Fernando Estebanez, gerente divisional de abastecimiento y logística de Carozzi, aunque advierte que el grano cumplió con las expectativas de la empresa en términos de calidad.
Con ese panorama, según las estimaciones preliminares de los agricultores con los que trabajan, entre Valparaíso y Curicó se habría registrado un aumento de 10% en los rendimientos de la cosecha, mientras que desde el sur del Maule hasta Ñuble habría una caída de entre 5% a 10%.
Las altas temperaturas también trajeron coletazos logísticos en el norte. Si normalmente estaban acostumbrados a cosechar casi a mediados de diciembre, el trigo candeal se adelantó y estaba listo ya a fines de noviembre –los productores toman como referencia un nivel de humedad de 14% en el grano para iniciar la cosecha, lo que se obtuvo antes– y les costó contratar la maquinaria.
“Se apuraron las cosechas y cuando fuimos a tomar la humedad el trigo ya estaba en 7%, muy seco. La gente se desesperó y no habían máquinas disponibles para cosechar. Había que esperar el turno, algunos durante varias semanas, mientras el precio internacional del trigo iba bajando y el dólar también”, dice Daniela Bignotti, productora de la VI Región y gerente general de Corretajes Bigda, que trabaja con más de 120 productores de trigo candeal.
Mayor eficiencia
Si bien los productores indican que los costos de insumos como las semillas y fertilizantes han experimentado bajas desde fines del año pasado, no han regresado a los niveles de precios previos al inicio del conflicto entre Rusia y Ucrania, que originó buena parte de las alzas, y que en algunos productos llegaron a ser de 200%. Por eso, de cara a la nueva temporada, la clave está en la eficiencia.
“Para eso es importante hacer un análisis de cómo estuvo el año y cómo viene la temporada 2023, cómo incorporar más tecnología e interiorizarse más en el cultivo, aplicando cuando corresponde y estando muy atentos a cualquier cambio climático, porque las fechas ya no son las mismas de antes”, plantea Daniela Bignotti, con aspectos que serán parte del segundo encuentro de trigueros de la zona central, que pretende reunir a más de cien productores de trigo candeal el próximo 6 de abril en San Fernando, organizado por Bigda.
El uso del agua y hacer análisis de suelo también son puntos que pueden marcar una diferencia en los rendimientos, según explican desde Lucchetti, junto con no atrasarse en las siembras.
“Deben ser eficientes con los insumos, las labores y las prestaciones de servicio, y trabajar con anticipación, manteniendo los insumos en sus bodegas para poder aplicar a tiempo. Eso va a marcar una diferencia, porque hoy deben apuntar a aumentar sus márgenes a través de la eficiencia”, plantea Ricardo Castro, agente de compra de trigo de Lucchetti.
A mediano plazo, también es clave seguir avanzando en el desarrollo de nuevas variedades de trigo candeal, ya que las actuales han sido desarrolladas por el Inia.
“La industria sigue apostando por el abastecimiento local y eso tiene que asegurarse. Debido a los cambios climáticos, ya estamos trabajando desde el año pasado para hacer una selección de trigos tolerantes al estrés hídrico y a las altas temperaturas, pensando en que eventos como los del año pasado pueden repetirse”, dice Iván Matus, investigador del programa de mejoramiento genético de trigo del Inia, y adelanta que en los próximos días lanzarán un manual de manejo sustentable en la producción de trigo candeal en conjunto con Lucchetti.