En julio de 2018 San Nicolás se convirtió, gracias a un decreto alcaldicio, en la primera comuna agroecológica de Chile, un hito que ha permitido que 402 agricultores de esa comuna ubicada en la Región de Ñuble avancen hacia la sostenibilidad y sustentabilidad de sus faenas.
“Hoy contamos con un registro que declara que de las 402 familias productoras de la comuna, tenemos un avance agroecológico de 52%, lo que significa que la mitad de ellas tienen instalado un sistema de auto sustento agroecológico”, asegura Cristian Pavez, encargado rural de San Nicolás.
Pero llegar a este punto no fue fácil. Pavez, uno de los ideólogos de la iniciativa, reconoce que para lograr el objetivo debieron pasar 11 años en los que tuvo que educar y generar un cambio en la mentalidad de las autoridades, los equipos técnicos y el resto de la comunidad.
“La gente, en general, no entiende muy bien lo que es la agroecología o se queda con ideas erróneas. Además, su implementación implica hacer un cambio mental grande en todos”, afirma.
Es que la agroecología, al contrario de lo que suele pensar, va mucho más allá de dejar de usar productos químicos o aplicar materia orgánica en el campo. Es una ciencia, una forma de ver y hacer las cosas, donde se involucran un grupo de prácticas agrícolas basadas en principios, como la biodiversidad, que están regidos por aspectos ecológicos, sociales, culturales e históricos.
"Esta visión holística dialoga con el conocimiento tradicional local, campesino e indígena, que permite un intercambio de saberes que apunta hacia la co-creación de conocimiento, de cómo podemos adaptar distintas prácticas, como hacer un compost o un abono verde, a una condición local, cultural y también ecológica", explica Mauricio González, académico del Instituto de Producción y Sanidad Vegetal de la Universidad Austral de Chile y presidente de la Sociedad Científica Chilena de Agroecología, SOCLA Chile.
“La agroecología se preocupa de recuperar y conservar medio ambiente y lograr producciones de buena calidad, en forma sostenida a través del tiempo y con rendimientos adecuados”, complementa Cecilia Céspedes, investigadora de INIA Quilamapu.
Pero lo que los expertos más destacan es que esta transdisciplina es una opción real para que la sociedad actual se adapte a la crisis del cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
"Hay que pensar que hace cientos de años se cultivaban miles de productos, pero hoy estamos viviendo de cultivar unos pocos, motivados por el negocio. Eso hoy es insostenible y en un contexto de cambio climático nos puede pasar la cuenta", indica Carlos Venegas, director del Centro de Educación y Tecnología, CET Chiloé.
La transición
A pesar de que en la actualidad no existen proyectos agrícolas de gran tamaño en Chile que sean 100% agroecológicos, sí hay experiencias que han apostado por reconversiones parciales, un proceso que apunta a hacer una transición, a través de diversas prácticas y manejos del campo -como la reducción en el uso y la sustitución de insumos y el rediseño de los sistemas agrícolas, entre otros-, desde un modelo tradicional a uno más sostenible y sustentable.
El largo del periodo de transición dependerá de varios factores, especialmente del grado de artificialización que tenga el predio.
“Si el campo tiene un alto grado de artificialización, lo más probable es que te demores alrededor de cinco años en el proceso, mientras que si este mantiene muchos más componentes agroecológicos, probablemente puedas demorarte alrededor de tres", señala Carlos Venegas.
Otro aspecto que puede afectar el tiempo de la reconversión del predio es su tamaño.
“La producción con base agroecológica se adapta mejor a predios más pequeños, que calzan dentro de la Agricultura Familiar Campesina, ya que tienen requerimientos que pueden ser solucionados de forma más fácil. Las grandes superficies, en cambio, tienen requerimientos mayores, especialmente de materia orgánica. Hay que pensar que en un cultivo donde se está moviendo el suelo permanentemente se pierden alrededor de 6 toneladas de materia orgánica por hectárea por año cada vez que se labra el suelo y esa materia orgánica perdida hay que recuperarla”, explica Cecilia Céspedes.
Sin embargo, la investigadora del INIA Quilamapu advierte que haciendo un buen trabajo y una adecuada planificación los campos de grandes superficies también pueden avanzar hacia la producción agroecológica.
De hecho, en el país existen varios ejemplos de grandes compañías que están integrando este concepto en el funcionamiento de sus faenas.
Entre ellas figuran algunas viñas y exportadoras de fruta que han ido mucho más allá de la mera sustitución de insumos, incorporando conceptos de biodiversidad en sus campos, como las bandas florales.
Pero eso no es todo.
También hay avances en el área de la agricultura regenerativa, especialmente en sector ganadero.
"En este sector hay varias empresas ganaderas, que fácilmente pueden manejar entre 500 y 800 hectáreas, que están trabajando con agricultura regenerativa y que son rentables", dice Mauricio González.
Carlos Venegas, por su parte, destaca el caso de un campo ganadero en Chiloé que es capaz de lograr muy buenas producciones de carne por hectárea, gracias a un manejo agroecológico.
"Este sistema regula mucho mejor la cantidad de agua, maneja la humedad del suelo de mejor manera, estimula la presencia de determinados insectos que son súper útiles para mejorar la fertilidad y estructura del suelo, entre otras cosas", comenta.
Cómo avanzar
A pesar de los avances de los últimos años, los expertos coinciden en que aún resta mucho por hacer.
En ese sentido, dicen que el principal objetivo es seguir concientizando sobre los beneficios que puede generar la agroecología tanto para las faenas agrícolas -donde se bajan los costos de producción- como para el entorno y los consumidores.
“Para esto no basta con que instituciones como las universidades o los centros de innovación desarrollen trabajos o investigaciones relacionadas con el uso sostenible y sustentable de los recursos en el campo, y publiquen los resultados en una revista científica, sino que es necesario traspasárselos al resto de los agricultores, sobre todo a los más pequeños”, afirma Mauricio González.
Clave en ese desafío será profundizar el contacto permanente entre los científicos y los agricultores, a través de instancias como los faros agroecológicos, que no son más que granjas demostrativas, ubicadas en las mismas condiciones agroclimáticas que los predios de los agricultores, donde se practican distintas prácticas agroecológicas.
"Aquí se codesarrolla y cocrea entre los mismos agricultores para que posteriormente ellos contribuyan a la diseminación de este tipo de alternativas mediante la adaptación y adopción de estas prácticas en su determinado predio", indica Mauricio González.
En ese sentido, destaca el papel que están cumpliendo instituciones como el CET y el INIA Quilamapu. De hecho, esta última cuenta con el primer faro agroecológico de INIA, donde se realizan pruebas relacionadas con la rotación de cultivos, elaboración de biopreparados y cultivos orgánicos de especies como arándanos y moras, entre otras cosas.
"Este es un campo experimental donde validamos tecnologías, compartimos conocimientos técnicos y procesos agroecológicos, hacemos demostraciones y capacitaciones. Pero además aquí nos vamos nutriendo de la conversación con los agricultores y todas aquellas personas que llegan y están ligadas con el tema", asegura Cecilia Céspedes.
Más allá de estos esfuerzos particulares, los expertos creen que es el gobierno el que debe jugar un rol más preponderante en este desafío, a través del establecimiento y promoción de determinadas políticas públicas.
"Una forma, quizás, es que ellos puedan hacerse cargo, por ejemplo, de ciertos aspectos asociados con la transición de estos sistemas, procesos que muchas veces son complejos y largos", señala Mauricio González.
Afortunadamente, dice Cecilia Céspedes, el gobierno ha dado varias señales, especialmente a través de la nueva administración del INIA, que ha dejado de manifiesto que la agroecología será un eje importante en la gestión del Ministerio de Agricultura.
"Sinceramente creo que la agroecología está en un punto bisagra, con muy buenas perspectivas de empezar a despegar", sostiene.
El presidente de SOCLA Chile, por su parte, cree que este apoyo también debe contemplar el apoyo técnico y el acompañamiento de los agricultores.
"No sacas nada con pasarle plata a un productor si este no sabe qué está haciendo. Por lo mismo, es fundamental que a través de las instituciones dependientes del Ministerio de Agricultura se brinde un acompañamiento", dice.
Paralelamente, los expertos creen que es fundamental que se siga apoyando, a través de recursos económicos, la investigación en el campo de la agroecología, con el fin de mejorar los sistemas y los procesos de transición.
De igual forma, hacen un llamado a que las universidades y entidades de educación superior se abran a la agroecología y empiecen a considerarla dentro de sus mallas de formación profesional.
"Algunas universidades han avanzado algo en los últimos años, pero aún falta mucho. De partida, se necesitan profesores agroecólogos, con preparación, que sean capaces de traspasar sus conocimientos", afirma Cecilia Céspedes.