A comienzos de este mes se reabrieron los pasos fronterizos aéreos y terrestres, buena parte de los cuales permanecieron cerrados durante los últimos dos años debido a la pandemia. La reapertura ha encendido las alertas en el sector silvoagropecuario por el mayor riesgo de ingreso de plagas y enfermedades –que a nivel mundial ponen en riesgo a cerca del 40% de los cultivosal aumentar el flujo de personas que entran a Chile.
Allí, el rol del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) es clave, ya que están encargados de inspeccionar y fiscalizar todos los productos, equipajes, cargas comerciales, medios de transporte y tripulaciones que ingresan al país, para proteger el patrimonio fitosanitario y evitar que se vea afectados la agricultura y el medio ambiente.
Si bien todas las regulaciones sanitarias se mantuvieron vigentes durante la pandemia, incluyendo la declaración jurada que debe completar cada persona que ingresa a Chile, en el sector silvoagropecuario existe temor por la mayor presión que implica el aumento del movimiento de personas a través de los diferentes puntos de entrada y plantean que es necesario reforzar las medidas.
“En todo momento se ha mantenido la presencia de inspectores en todos los puntos de ingreso al territorio nacional, en la cantidad necesaria para velar por el cumplimiento de las regulaciones fito y zoosanitarias establecidas, y para asegurar el adecuado y oportuno abastecimiento de mercancías”, recalcan desde el SAG.
Para el sector frutícola, una de las mayores preocupaciones permanentes es evitar la entrada de la mosca de la fruta, que ataca a más de 250 especies de frutas y hortalizas, y tiene como principal modo de expansión los productos de origen animal o vegetal que ingresan las personas que han viajado.
De hecho, a fines de enero se detectaron tres focos de esa plaga en Cerro Navia, Renca y Pudahuel, que no afectan la condición de estar libre de la plaga como país, pero que exige hacer planes de control y erradicación en esas comunas, y que probablemente ingresó a través de una persona que entró una fruta en forma ilegal.
“También tenemos preocupación por el riesgo de ingreso de plagas y enfermedades como Huanglongbing (HLB, también conocido como dragón amarillo) en cítricos, Erwninia amylovora en pomáceas, PPV raza M en carozos y Epiphya postvittana en los arándanos, todas ellas de importancia a nivel mundial y que el SAG está prospectando a nivel nacional”, asegura Ronald Bown, presidente de la Asociación de Exportadores de Frutas (Asoex), ya que algunas de ellas están presentes en países vecinos.
En el caso de otros productos, como las papas, también existe el riesgo de la entrada de plagas como Premnotrypes spp. y Synchytrium emdobioticum , que podrían ingresar a través de papas que las personas traen para el propio consumo, y plagas que pueden venir en contenedores, embalajes o medios de transporte, como diferentes chinches que tienen carácter cuarentenario; es decir, que si se detectan en productos chilenos, estos no se podrían exportar o requieren medidas de control adicionales.
En el área pecuaria, desde el SAG dicen que algunas enfermedades pueden ingresar a través de las carnes o cecinas crudas que traen las personas, como la fiebre aftosa, que es una de las más temidas por los productores y no se ha presentado en Sudamérica desde 2018, además de enfermedades apícolas.
Los productores y exportadores de carnes de cerdo y aves también se mantienen en alerta y advierten que para esta industria las enfermedades de mayor riesgo son la peste porcina africana y la influenza aviar, respectivamente, que hasta ahora no están en Chile –en el primer caso, solo está presente en República Dominicana y Haití– y ha significado pérdidas millonarias a nivel global.
“Chile está libre de muchas enfermedades gracias a sus condiciones naturales y la forma en la que entran es a través de quienes viajan, por lo que las fronteras son el principal riesgo y por eso siempre el sector ha estado muy pendiente de lo que pasa ahí, donde hemos sido muy proactivos y exigentes con el SAG”, afirma el presidente de Chile Carne, Juan Carlos Domínguez.
Más recursos y equipos
Para este año, el presupuesto del SAG destinado a las actividades de control sanitario en las fronteras suma $17.038 millones, un monto similar a los $17.510 millones con los que contaban para esta área en 2020, antes del inicio de la pandemia.
“Debido a la contingencia por covid, en 2020 los recursos asignados no fueron ejecutados en su totalidad, pues se produjo una reducción presupuestaria de $3.516 millones a nivel nacional, y para este año es necesario considerar que la solicitud de presupuesto fue formulada bajo un escenario de pandemia”, detallan desde la institución, y explican que en los años anteriores el presupuesto venía creciendo paulatinamente.
Aumentar los recursos para el control sanitario en las fronteras es uno de los puntos pendientes en el que insisten los gremios del agro, considerando no solo las consecuencias económicas que tiene para los productores el ingreso de una nueva plaga, sino que también los costos que implica para el país.
“Por la cantidad de pasos fronterizos que existen, tanto terrestres como marítimos, el SAG no es capaz de hacer un adecuado control de fronteras porque no tiene suficientes recursos. Ojalá que las herramientas que tiene instaladas en el aeropuerto de Pudahuel, como los equipos de rayos X, por ejemplo, también pudieran estar en pasos como Los Andes, Cochamó o Chacalluta, que tienen mucho movimiento”, propone Juan Carlos Domínguez.
En cuanto a la cantidad de funcionarios, desde el SAG detallan que hasta antes de la pandemia contaban con unos 800 inspectores, los que disminuyeron en forma importante durante 2020 y el año pasado, y para este año esperan volver a esa dotación en los próximos meses.
Campaña de información
Otro aspecto clave y que implica menores costos en relación con otras iniciativas es reforzar las medidas de información y toma de conciencia a las personas que viajan, para lo cual el SAG y la Fundación Imagen País están trabajando en crear un nuevo video que mostrarán las aerolíneas a los pasajeros que llegan a Chile, llamando a cuidar el patrimonio fitozoosanitario del país.
Sin embargo, en el sector agrícola y pecuario creen que también es necesario aumentar los mensajes e información y elevar las multas y sanciones para quienes intentan ingresar material vegetal o animal.
“Debería haber avisaje y carteles en los puertos y los pasos, siendo claros en que está prohibido el ingreso de alimentos, y poner penas más altas, sin miedo a ser severos, como lo hacen otros países, ya que las medidas preventivas no requieren tantos recursos”, dice Juan Carlos Domínguez, y añade que Chile Carne ha invertido alrededor de $80 millones durante la pandemia para desarrollar una campaña en esa línea en el aeropuerto de Santiago.
“Los mensajes deben ser simples y directos, señalando el daño que le hace al país ingresar alimentos frescos de origen animal y vegetal, material vegetal, madera u otros, que pueden significar un daño potencial a la agricultura nacional desde el punto de vista económico y de acceso a importantes mercados”, destaca Ronald Bown.
También cree que se necesitan cambios normativos y estructurales para mejorar el control sanitario y apoyar al SAG desde el sector privado, con una estrategia coordinada.
“El sector exportador considera necesario impulsar la creación de una nueva institucionalidad transversal, que cuente con personalidad jurídica y financiamiento propio, compartido entre el sector público y privado, que se dedique a la prevención, vigilancia y control de plagas cuarentenarias, complementando la acción del SAG”, propone.