La necesidad de volverse más sustentables y de disminuir el uso de productos que impacten en la salud de las personas o en el entorno viene empujando como alternativa al Manejo Integrado de Plagas (MIP). Esta alternativa consiste, entre otras cosas, en utilizar insectos que sean predadores naturales de la plaga que se busca controlar.
En el caso del cultivo de tomate, la chinche Tupiocoris cucurbitaceus sería una gran aliada.
Según una experiencia desarrollada en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Argentina, este mírido sería capaz de controlar a diversas plagas como la polilla del tomate (Tuta absoluta ), la arañuela roja (Tetranychus urticae ), el pulgón verde del duraznero (Myzus persicae ), pero por sobre todo a la mosca blanca (Trialeurodes vaporariorum ) —todas presentes en Chile—.
“(La chinche) al ser omnívora, se alimenta de artrópodos plaga y otros alimentos alternativos lo cual le permite resistir largos períodos de escasez de presas, brindándole gran plasticidad para ser utilizada en estrategias de control biológico”, explica María Eugenia Strassera, líder de la investigación que lleva adelante el INTA.
Estas características permiten realizar diferentes estrategias de manejo, dentro del control biológico aumentativo y por conservación (por ser de presencia espontánea), dice Strassera.
Varios son los factores que, según se ha visto, deben considerarse para que el control sea eficiente.
Uno de ellos es la carga de insectos que debe ser liberado en el huerto.
De acuerdo con los resultados preliminares alcanzados en los ensayos realizados en la Estación Experimental Agropecuaria Área Metropolitana de Buenos Aires (EEA AMBA) del INTA en 2020 y 2021, la dispersión y control ideal de esta se alcanzaría al liberar 0,8 individuos/m2 . Si la carga es menor a esta cifra, el control biológico podría no ser tan efectivo.
La única excepción, dice la investigadora, se da en el tomate tardío el que podría requerir mayores dosis para evitar perder el control sobre las plagas, particularmente, de la mosca blanca.
“En el tomate tardío es necesario alcanzar rápidamente altas densidades del mírido para evitar incrementos poblacionales de mosca blanca inmanejables”, dice Strassera.
Ninfas de Tupiocoris cucurbitaceus recién nacidas.Crédito: Gentileza Consultora Biobichos
Otro elemento esencial es que, según explica la investigadora, es que la liberación de míridos se realice, como máximo, hasta 15 días después de que el cultivo ha sido establecido. Junto con ello, es fundamental conocer el ambiente y las necesidades que puede tener la chinche para su correcto desarrollo.
En este sentido, lo ideal es realizar su liberación en el huerto cuando la temperatura no supere los 25°C. Además, para su crecimiento completo —huevo a estado adulto— se requieren, por lo menos, 24 días. Si hay presencia de mosca blanca, su principal presa, es necesario destacar que esta vive entre 18 y 25 días.
“(Por estas condiciones) se recomienda realizar un monitoreo semanal del estado sanitario del cultivo, con el fin de evaluar su establecimiento y control de la plaga”, dice Strassera.
La especialista del INTA añade que, para aprovechar al máximo el potencial del control biológico de esta chinche predadora, lo óptimo sería que un gran número de productores de una zona o región en particular liberaran a este insecto.
“Si más productores adoptan este manejo a nivel regional, no solo lograrán un menor impacto ambiental, sino también beneficiarán a la comunidad al consumir productos inocuos”, dice María Eugenia Strassera.
En caso de que las chinches controlen con éxito a la plaga objetivo, al punto de eliminarla del huerto, se recomienda alimentarlas con huevos de Sirotroga cerealella , también conocida como polilla de los cereales, de forma semanal para mantener las poblaciones del mírido, quedando resguardado el cultivo ante un resurgimiento de la plaga.