Evitar que los huertos se estresen. Esa debe ser la consigna para todos los cereceros durante el verano y parte del otoño, ya que esto permitirá a las plantas almacenar la mayor cantidad de energía y nutrientes de cara a la próxima temporada.
Lo anterior cobra vital importancia porque desde diciembre y hasta principios o mediados de febrero ocurre la diferenciación floral, proceso donde comienza la formación de las estructuras florales.
Y mientras mayor sea la reserva de energía, el potencial de producir más y mejor fruta, se producirá a futuro.
“Las flores que se verán en septiembre de este año, se están formando ahora. Por eso es importante que los cerezos no se estresen. Hoy, los productores se están jugando los resultados de la próxima temporada”, sentencia Walter Masman, asesor especialista en cerezos.
Por ello, es fundamental que los productores, desde ya, realicen una serie de manejos tendientes a mantener a sus cultivos en un estado de confort.
No dejar de regar
Con las altas temperaturas que se producen en verano, los cerezos están evapotranspirando de forma constante. Este proceso, similar a lo que hace el humano al sudar, permite al cultivo reducir su temperatura y mantenerse entre los 18°C a 24°C que es su nivel óptimo, incluso si a nivel ambiental es superior.
En este sentido, gran parte del agua que se administra al cultivo será utilizado en este proceso.
“De los 5 mil a 9 mil metros cúbicos por hectárea que se riegan al año en cerezos aproximadamente desde sur a norte, cerca del 99% es utilizado para regular la temperatura. Sin un riego adecuado, el cultivo comenzará a sufrir un daño fisiológico en sus tejidos y, en consecuencia, a su productividad futura”, dice Jean Paul Joublan, asesor internacional y especialista en frutales.
Además, si el productor no repone la cantidad adecuada de agua que el cultivo requiere, el árbol cerrará sus estomas, dejará de evapotranspirar y comenzará a gastar sus reservas de energía para lidiar con el estrés que le genera el calor.
“Si el cultivo cierra sus estomas, empezará a consumir su energía. Esto incluye al almidón, diversos polisacáridos y arginina, entre otros componentes vitales para los frutos que se formarán a futuro”, apunta Patricio Espinosa, director de PEC Chile.
Por ello, la recomendación general de los especialistas radica en contar con bandejas evaporimétricas o una estación meteorológica.
La primera alternativa entregará, al final del día, un nivel aproximado de los milímetros de agua que evapotranspiraron los cultivos y que deberán ser repuestos a través del riego.
La estación meteorológica cumple la misma función, con la diferencia de que su tecnología permite realizar un cálculo de la evapotranspiración en tiempo real, es decir, es posible conocer en qué punto del día el cultivo libera más agua.
“Por ejemplo, si la bandeja o la estación determinan que el cultivo evapotranspiró 5 mm en el día, se deberán reponer a través del riego esos 5 mm. Como máximo, esta reposición debe ocurrir al día siguiente, bajo la condición de un suelo que no presente limitantes”, explica Walter Masman.
Además, tras la cosecha, los productores deben realizar una evaluación y limpieza de las líneas de riego, controlar la presión de trabajo y asegurarse que los emisores entreguen el caudal para el que están diseñados y que dicha distribución sea homogénea.
Cuidado con el suelo
Considerando que las lluvias, el riego o el paso de maquinaria favorecen la compactación del suelo a lo largo de la temporada, ahora es el momento para realizar una descompactación, factor que será clave para que el agua llegue efectivamente a las raíces del cerezo.
“Si el suelo se compacta, el agua no será capaz de infiltrarse correctamente, por lo que el riego no llegará a los sectores donde están la mayoría de las raíces. Este problema no se notará hasta dentro de unos meses más”, alerta Joublan.
En esta línea, el especialista en frutales estima que lo mejor es contar con coberturas vegetales en la entre hilera del cultivo, donde destacan especies como triticale, trigo, avena, entre otros cereales.
Tales especies se deben sembrar en la entre hilera —idealmente en mayo, en el caso de Chile—, a través del uso de maquinaria de cero labranza, es decir, sin rastrar ni intervenir el suelo de ninguna forma.
Tras ello, hay que esperar que el cereal se desarrolle para ser cortado y dejado en la misma entre hilera para que se seque, como si fuera mulch.
El material producido en la entre hilera debe ser cortado, secado e incorporado en la hilera del cultivo.Crédito: Gentileza Jean Paul Joublan
“Las coberturas vegetales a utilizar van a ser distintas dependiendo de la zona geográfica donde se encuentre el huerto. La idea es utilizar especies adaptadas a las condiciones de la zona donde se ubica el predio”, dice Jean Paul Joublan.
Este manejo aumentará la presencia de materia orgánica en el suelo y la tasa de infiltración, lo que además ayudará a reducir los problemas de escorrentía e irrigación durante el verano.
“Esto permitirá que el agua penetre a mayor profundidad y no se quede en los primeros centímetros de suelo. Además, a través del mulch ayudará a que la humedad del suelo perdure más tiempo, ya que disminuirá la evaporación”, explica Joublan.
Respecto a realizar una descompactación física del suelo, los especialistas creen que esto sería más perjudicial, debido a que en suelos compactados las raíces tienden a desarrollarse más cerca de la superficie donde hay más oxígeno y acercarse a la superficie, buscando los sectores sin exceso de humedad.
Por ende, si se realiza una descompactación física, se corre el riesgo de romper raíces que serán fundamentales para que el cultivo logre obtener una reserva importante de energía.
Programa de fertilización
Elaborar un adecuado programa de fertilización permitirá que el cultivo obtenga todos los nutrientes que necesita de cara al invierno. Para lograr este objetivo, es fundamental realizar un análisis foliar posterior a la cosecha, no más allá del 15-20 de enero para la zona central.
“Si el análisis se hace antes de la quincena de enero o en febrero, los resultados podrían estar alterados. Esto se debe a que es en este periodo donde la concentración de nutrientes del cultivo se estabiliza y muestra realmente el estado al que llega tras la cosecha”, dice Gamalier Lemus, investigador del INIA Rayentué y experto en cerezos.
Para realizar un análisis representativo, lo más recomendable es realizar un monitoreo constante del huerto. Para ello, es debe marcar ojalá los árboles que serán muestreados y que ojalá sean siempre los mismos, pueden ser 20 o más por cuartel homogéneo. Mientras mayor sea la muestra, más representativo será el análisis.
Eso sí, todos los árboles de la muestra deben estar en condiciones similares: tipo de suelo, portainjerto, sin problemas sanitarios u otros.
“Si se muestrea una planta con suelo arenoso y después otra con suelo arcilloso, lo más probable es que las medidas que se tomen a partir de la medición no sean las correctas”, acota Jean Paul Joublan.
Con los resultados en mano, será posible realizar un programa de fertilización de mantención —pensando que los programas anteriores fueron exitosos— o de corrección —en caso que existan déficits importantes—.
Esto ayudará a que el cultivo recupere el potasio, nitrógeno, magnesio, calcio y azúcares que perdió durante la cosecha.
Respecto a la fecha para dar inicio al programa, los expertos recomiendan estar atentos a la etapa de caída de hojas del cerezo.
“Si el productor realizará una fertilización foliar, lo ideal es ejecutarla 30 días antes de la caída de hojas. De esta forma, el nitrógeno, zinc o boro se trasladará efectivamente al cultivo, mejorando el dardo y por ende la yema”, aconseja Patricio Espinosa.
Un programa de fertilización óptimo ayudará a que el cerezo recupere el potasio, nitrógeno, magnesio, calcio y azúcares que perdió durante la cosecha.Crédito: Gentileza Jean Paul Joublan
Favorecer el crecimiento radicular
En esta época, el cerezo está viviendo su segundo peak radicular —el primero ocurre en octubre y el tercero entre abril y mayo—, siendo este el más importante de todos.
Dado lo anterior, es fundamental favorecer dicho desarrollo ahora, ya que si esto se atrasa para marzo o abril, el cultivo atravesará muchos problemas en invierno.
“Si el desarrollo radicular es tardío, y ocurre en otoño, el árbol va a llegar al invierno activo y no va a entrar en receso. Esto causará problemas productivos que pueden ser graves de cara a la próxima cosecha”, dice Walter Masman.
En este sentido, el especialista dice que lo mejor es realizar aplicaciones de enraizantes —siempre que, durante estas semanas, el desarrollo de éstas sea pobre o nulo— particularmente de aquellos productos que contengan auxinas sintéticas como el ácido indolbutírico (AIB) y/o elementos naturales como: micorrizas, acido fúlvicos o materia orgánica que también fomentarán la expansión radicular.
En caso que las raíces no puedan expandirse debido a limitaciones físicas del suelo, como un suelo compactado, se pueden tomar medidas como las que se mencionaron anteriormente en la nota o realizar aplicaciones de ácidos húmicos, teniendo claro que esto no solucionará el problema de la compactación.
“El ácido húmico actuará como un paliativo, puede descompactar ahora, pero en el futuro el suelo volverá a compactarse”, señala Joublan.
Problemas fitosanitarios
Dado que esta temporada la mano de obra fue mucho más escaza, es probable que diversos cultivos a lo largo del país hayan quedado con fruta sin cosechar. Esta debe ser extraída de los árboles e incorporada al suelo o eliminada.
Es fundamental realizar esto para evitar el surgimiento de Drosophila suzukii , mosca que utilizará dichos frutos para hospedarse e hibernar.
Esto es un gran peligro de cara al próximo verano, ya que si no se bota la fruta, el número de ejemplares de D. suzukii podría ser muy complejo de controlar.
“Esta fruta remanente es ideal para que Drosophila suzukii hiberne y se hospede en esos frutos, para después propagarse. Entonces, para la próxima temporada, el productor partirá con una mayor presión de la plaga, mucho más importante si no toma las medidas pertinentes”, advierte Jean Paul Joublan.
Otro enemigo potencial para el cerezo, pero que todavía no ha llegado a impactar en los campos, es el chinche marmoleado o chinche apestoso (Halyomorpha halys ), insecto que ya se ha detectado en algunos parques de Santiago de Chile.
“Esta especie es muy polífaga, puede atacar al cerezo, maíz, manzanos, avellanos, tomate, hortalizas, de todo. Casi nada se le escapa. En EE.UU. ha provocado pérdidas multimillonarias”, añade Joublan.
En este sentido, el experto hace un llamado a estar atento a la presencia de este insecto y reportarla inmediatamente en caso de avistarlo.