Las condiciones climáticas adecuadas y la alta disponibilidad de agua ha empujado de manera creciente el establecimiento de proyectos de nogales en la zona centro-sur del país, incluso en sectores que antes eran considerados poco aptos.
“Las primeras plantaciones comenzaron a aparecer cerca de Rancagua, Talca y Linares, sin embargo en los últimos años la superficie ha avanzado hasta llegar a la Región del Biobío, lo que hasta hace una década era totalmente impensado”, asegura Francisco García Huidobro, asesor especialista en nogales.
Los expertos concuerdan en que para tener éxito en esta zona es fundamental encontrar un lugar que cuente con condiciones edafoclimáticas compatibles con el nogal, generar una adecuada estrategia de polinización y llevar a cabo un prolijo y cuidadoso manejo sanitario del huerto.
El lugar adecuado
El nogal es una especie que tiene un alto consumo de agua, que puede llegar a 7.000 metros cúbicos por hectárea durante la temporada de riego. Por lo mismo, lo más importante a la hora de buscar una zona de plantación es que cuente con agua suficiente para cubrir esa necesidad de manera adecuada.
“No hay nada más importante que la disponibilidad del agua en el nogal, ya que esta especie no cuenta con adaptaciones morfofisiológicas que le permitan tolerar el déficit hídrico”, afirma Jean Paul Joublan, asesor experto en nogales.
Además la zona debe tener condiciones pluviométricas adecuadas para el buen desarrollo de las nueces.
“Lo ideal es que en esta zona caigan pocas lluvias en los meses que coinciden con la floración (octubre) y la cosecha (abril). De esta forma se evitarán potenciales daños y se logrará una mejor producción”, agrega Francisco García Huidobro.
De igual forma, los expertos recomiendan buscar zonas libres de heladas primaverales. En caso de que no se pueda lograr este objetivo, lo mejor será que los productores cuenten con algunas de las tecnologías anti heladas que se comercializan en el mercado, como las torres de viento y las máquinas calentadoras de aire, entre otras.
“Yo invertí en torres de viento después de que en 2015 una helada me hizo perder una parte importante de la cosecha del año, y desde ese minuto me siento mucho más tranquilo. De hecho, creo que todos los años me salvan de al menos una helada potencialmente desastrosa”, comenta el productor Gerardo Hune, quien tiene 37 hectáreas de nogales en la zona precordillerana de Los Ángeles, Región del Biobío.
El factor suelo
Los expertos concuerdan en que los huertos en la zona centro-sur deben ser establecidos sobre suelos de buena calidad, con el fin de beneficiar el desarrollo de las raíces y del resto de la planta.
En ese sentido, recomiendan establecer idealmente el proyecto en un suelo franco, ya que cuenta con un balance casi perfecto entre los macroporos (permiten la rápida circulación de agua y oxígeno), los mesoporos (presentan una retención de agua por un periodo de tiempo medio) y los microporos (retienen agua por más largo plazo como reserva para el cultivo), lo que permite que exista mayor circulación de aire.
Por el contrario, recomiendan evitar los suelos franco arcillosos, debido a que suelen ser dominados por los microporos, y, por ende, presentan una baja velocidad de infiltración y escaso movimiento de oxígeno.
También es deseable que los suelos cuenten con un alto porcentaje de materia orgánica.
“Afortunadamente, en la Región del Maule se pueden encontrar con facilidad suelos con 5% o 6% de materia orgánicas como mínimo. En el mejor de los casos, te puedes topar con suelos de 11% e incluso 18% en algunos lugares de más al sur”, afirma Juan Paul Joublan.
Otro aspecto que se debe considerar a la hora de elegir un suelo es su profundidad, la que debe ser, en lo posible, mayor a 1,5 metros.
“Mientras más profundo sea, mayor será el volumen de crecimiento de la raíz, lo que mejorará la captación de oxígeno, agua y nutrientes, ya que el cultivo tendrá una mayor actividad metabólica y hormonal”, explica Jean Paul Joublan.
En caso de no poder acceder a suelos con esa profundidad, los expertos recomiendan establecer los nogales en camellones, lo que permitirá elevar la plantación y brindarles a las raíces un mayor espacio para crecer.
Mejorar la polinización
Uno de los mayores problemas que tienen los nogales en la zona centro-sur, especialmente los de la variedad Chandler —la más plantada—, es que la polinización suele verse dificultada por la menor disponibilidad de polen durante la floración femenina.
Esta situación, además de otros problemas que generan abortos en frutos ya cuajados, lleva a que la cuaja o producción efectiva de frutos en Chandler en esta zona sea inferior —oscila entre 50% y 80%— a la que se logra más al norte, especialmente en las cercanías de la Región Metropolitana, donde llega a 90%-100%.
Los expertos coinciden en que esto se puede mejorar con una adecuada elección de las variedades polinizantes que acompañarán al cultivar principal.
“Entre las variedades que mejor se han complementado con Chandler en la zona destacan Cisco y Franquette, aunque también hay productores que usan Fernette, una variedad introducida el año 2000 por el INRA de Francia. Estas deben usarse en el mínimo porcentaje posible según el diseño del huerto, con el fin de no afectar la productividad”, explica Jean Paul Joublan.
Si bien estas variedades polinizantes se usan en los huertos en un porcentaje de hasta 11%, el asesor sostiene que la experiencia sugiere que los mejores resultados de cuaja efectiva se obtienen al utilizarlas al 3%.
De todas maneras, Joublan comenta que hay otras formas de ayudar en la polinización de Chandler, como la utilización de reguladores de crecimiento que adelanten la brotación.
“A través de estas herramientas hemos logrado que huertos que no tienen variedades polinizantes lleguen a rendimientos de 9-9,5 ton/ha en esta zona”, explica.
La gran amenaza
Desde el punto de vista sanitario, la gran amenaza que tienen los nogales en la zona centro-sur es la peste negra, una enfermedad causada por la bacteria Xanthomonas arborícola pv. juglandis (Xaj), que suele atacar a la planta especialmente en las primaveras húmedas.
“El año pasado, por ejemplo, la peste negra fue la principal responsable de que bajáramos la productividad de nuestros huertos de 6 a casi 4 toneladas por hectárea. Es decir, nos fue realmente mal”, comenta el productor José Carrasco, quien tiene 60 hectáreas de nogales en las cercanías de Los Ángeles.
Por lo mismo, los expertos recomiendan llevar a cabo con especial rigurosidad las aplicaciones de productos cúpricos —ojalá en formato de hidróxido de cobre— de acuerdo al calendario fitosanitario diseñado por el responsable técnico del huerto.
Es importante tener presente que las aplicaciones deben ser repetidas cada vez que caen precipitaciones superiores a 10 mm, ya que el agua elimina el cobre de la superficie de la planta.
Si bien las dosis recomendadas, en la mayoría de los casos, oscilan entre 250 y 300 gramos por hectolitro, es decir, entre 3 y 3,5 kilogramos por hectárea, lo más adecuado es ceñirse a las indicaciones que aparecen en la etiqueta del producto.
Jean Paul Joublan, además, recomienda poner especial atención en la ejecución de los programas, incluyendo todo lo que relaciona con la calibración de los equipos y el trabajo del operador.
“Hay que asegurarse de que los productos, que son de contacto, lleguen de manera correcta a la planta. Si esto no ocurre, dará lo mismo que cuentes con el mejor producto,”, agrega.